miércoles, 23 de febrero de 2011

Una alianza de amor original

Texto del Padre Fundador

Así pues surgió la gran idea: Que la Santísima Virgen se establezca en este Santuario como educadora. Se trata no sólo de educarnos a nosotros mismos bajo la protección de la Santísima Virgen, tal como se dice en el Acta de Prefundación, sino que ella habite en medio de nosotros y tome en sus manos nuestra educación y la educación de todos los que se entreguen a ella junto a nosotros. Ella es la que quiere impulsar nuestra autoeducación y generar un movimiento de renovación y educación, amplio y articulado cabalmente. Ella lo guiará haciéndolo fecundo. La Santísima Virgen desplegará esa labor desde aquí, siempre.

Para motivarla a llevar adelante tal actividad, le ofrecemos nuestros méritos en una forma que va desde las contribuciones al Capital de Gracias hasta el Poder en Blanco, la Inscriptio y la consagración de José Engling; por último nos entregamos a ella misma con todo lo que somos y tenemos. A cambio esperamos de ella que se manifieste aquí efectivamente como la gran educadora, guiándonos hacia la cumbre de la santidad y de una vida de apostolado fecundo. ……………. He aquí la forma fundamental y original de la alianza de amor schoenstattiana que más tarde, y en virtud de las leyes de la puerta abierta y de la resultante creadora, habría de redundar en una visión schoenstattiana del futuro.


(De una carta del Padre Kentenich al Padre Alex Menningen, titulada “Carta del 20” [20 de agosto de 1954]) – Ver: Kentenich Reader, Tomo 1, Pág. 101)


Comentario

Hemos aprendido de nuestro Padre Fundador que Dios nos habla a través de situaciones, intuiciones y motivaciones. Es el fundamento de la fe práctica en la Divina Providencia. Así fue también cómo el Padre Kentenich, como responsable de la Congregación Mariana por él fundada con los jóvenes congregantes en el seminario de los Palotinos en Schoenstatt, deduce de algunos acontecimientos históricos recientes la voluntad de Dios para que llegue a sellar con la Santísima Virgen una alianza de amor en el pequeño Santuario de Schoenstatt. Y lo hace el 18 de octubre de 1914, en el momento de dirigirles la palabra a los congregantes con el texto que hoy conocemos como el Acta de Fundación. La fe en la Divina Providencia jugaría un papel definitivo en este acontecimiento crucial para la Familia de Schoenstatt de todos los tiempos. Es el momento de fundación. El Padre reconoce la voz de Dios en el desarrollo de la Congregación Mariana por él fundada, en la historia de la fundación del santuario italiano “Valle de Pompeya”, cuyas noticias acababa de leer, y en su propia estructura personal, orientada hacia lo pedagógico. Con una audacia personal, propia de un fundador carismático, y con la seguridad en la presencia actuante de Dios en la vida, concreta en una alianza de amor original con la Santísima Virgen la relación fundamental de los hombres con Dios, que tuvo ya desde el principio el carácter de alianza, y que con el bautismo adquirió su sello definitivo en Cristo. Con ello nace el Movimiento de Schoenstatt. Sus hijos le queremos seguir viviendo en esa alianza con la Santísima Virgen y a través de ella en alianza con el Dios de la vida.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Fe práctica en la Divina Providencia


Texto del Padre Fundador

La fe en la Providencia vive de tres afirmaciones. Primera afirmación: Dios gobierna y conduce este mundo. Dios conduce todo este mundo hacia un fin determinado que solamente él conoce en detalle. Lo primero: Dios gobierna, Dios conduce, Dios actúa. No abandona al mundo a sí mismo. ¿Qué significa eso? Significa una protesta contra el fatalismo, una protesta contra el deísmo, una protesta contra el panteísmo. Sí, una protesta en toda línea, especialmente contra el materialismo. Les aconsejo que mediten un poco sobre el contenido de todos estos ‘ismos’ para que comprendan a qué nos referimos. Es Dios quien mantiene en sus manos las riendas del acontecer histórico general del mundo, como también las riendas del acontecer de cada día. Segunda afirmación: Normalmente Dios guía al mundo y a los hombres a través de causas segundas. Tercera afirmación: El hace todo, en último término, por amor, por su sabiduría infinita.
Tres líneas de afirmaciones. Si queremos considerar, por un momento, en primer lugar, la sabiduría de Dios, podemos recordar un ejemplo atribuido a San Agustín, que nos ayuda a comprender, en parte, algunas de las oscuridades de la vida. El nos aconseja imaginarnos nuestra vida como un tapiz. En el reverso del tapiz, sólo se ven hilos entrecruzados. Éstos representan también los hilos confusos de mi propia vida, la conducción que ha tenido mi vida; hilos confusos de la historia universal, especialmente en nuestros días; todo es confusión, todo es desorden. No se entiende nada. Pero si miramos el tapiz por el anverso, allí hay armonía total, completa.

(“Desiderio Desideravi”: Escrito del Padre Kentenich (1963) – Ver: DIOS PRESENTE – Recopilación de textos sobre la Divina Providencia, Pág. 44 y 45, Editorial Nueva Patris)

Comentario

Somos hijos de nuestro tiempo, tenemos ante nosotros no solo una dificultad sino un desafío. Puede ser cierto que el bacilo de cualquiera de los ‘ismos’ citados por nuestro Padre Fundador haya hecho ya mella en nuestro pensar y vivir. En este caso urge un crecimiento personal de nuestra fe, desterrando de nosotros el pesimismo de la pretendida y proclamada ausencia de Dios en nuestro mundo. Al contrario, sabemos con San Pablo que “en todas las cosas interviene Dios para el bien de los que le aman” (Rom 8,28) y por ello nosotros proclamamos que el Dios de la divina Providencia es un Dios vivo, presente y actuante. El Padre Kentenich nos anima a vivir nuestra fe como un acto de entrega total al Dios de la vida. Y eso, a pesar de las oscuridades de cada día. Él vivió inmerso en esta realidad y animaba siempre a los suyos a “comprobar, a saborear día a día los caminos de Dios, la sabia conducción de Dios en nuestra vida, en nuestras pequeñas comunidades, en nuestra pequeña historia de familia y alegrarnos por ello”. Pidamos al Señor que aumente nuestra fe, y que esta fe penetre en nuestra vida mediante la fe práctica en la divina Providencia. Dios se preocupa del mundo, Dios se preocupa de mí en este momento concreto de mi existencia. ¡Lo quiero palpar, lo puedo experimentar!



miércoles, 9 de febrero de 2011

Principio de gobierno


Texto del Padre Fundador

Reflexionando sobre cómo gobierna Dios el mundo, la teología propuso el siguiente axioma: Deus operatur per causas secundas liberas: Dios actúa siempre a través de causas segundas que actúan libremente, adaptándose a ellas con cuidado. Así pues Dios es y permanece como causa prima que empuña en sus manos las riendas. Las sostiene siempre con firmeza, plena sabiduría, bondad y poder. En el gobierno del mundo ejercido por Dios, el ser humano dotado de libertad personal, es la causa secunda que actúa libremente. ……………………. Procuramos imitar esa misteriosa manera de gobernar, esa sabiduría de gobierno del eterno Padre Dios. Lo hacemos con la mayor perfección de la que somos capaces y en la medida que ello sea posible para hombres mortales y afectados por el pecado original. Para nuestro propio uso formulamos sucintamente el principio divino de gobierno del siguiente modo: Un claro principio de autoridad, democrático en la aplicación. Dicho más claramente: En nuestro gobierno nos afirmamos inconmoviblemente sobre el terreno de la autoridad, pero en la aplicación de esa autoridad somos extraordinariamente receptivos y tomamos muy en consideración (siguiendo el ejemplo de Dios) las necesidades individuales y sociales de la naturaleza. O bien: Somos autoritarios en principio, pero extraordinariamente democráticos en la aplicación. Por esta vía creemos imitar (en la medida en que es posible para seres humanos) la manera de gobernar omnisciente e inalcanzable de Dios. …. Repito que cuando se trata de personas y de dirigir y guiar personas, sostenemos un claro principio de autoridad, pero a la vez lo aplicamos democráticamente.

(Ver: “Kentenich Reader, Tomo 1”, Págs. 89-90, Editorial Patris – De un ensayo escrito por el P. Kentenich y publicado por Herta Schlosser en “Autorität und Freiheit in schöpferischer Spannung” (Autoridad y libertad en tensión creadora), 1993)

Comentario

Nuestro Padre Fundador se muestra en toda su actividad educadora con la sabiduría y el amor de su paternidad, un padre que sirve abnegadamente a la vida ajena, a la vida de los suyos. Teniendo clara la meta de la educación, formar al hombre nuevo, libre y capaz de vincularse con Dios y con los hombres, elabora desde joven sus propios métodos pedagógicos, conociendo las señales de los tiempos. Las diversas comunidades de su Familia deberían encarnar el ideal propuesto para ayudar a la Iglesia en los desafíos del presente y del futuro. Así todos nosotros, en la familia, en el trabajo y en la sociedad, tendríamos también la opción de seguir el modelo pre-vivido. En el texto propuesto nos ofrece una clave para comprender en su justa medida el tema tan importante de la autoridad, en este camino de libertad personal y vinculación comunitaria. Lo hace justamente sabiendo que nos encontramos desde hace siglos en un “democratismo” que propone en todas partes libertad, igualdad y fraternidad, pero eliminando al padre en la familia y a la autoridad en la sociedad. En nuestros días “ese democratismo continúa su obra devastadora, pretendiendo apartar toda autoridad fundada en Dios y promoviendo un absurdo afán de nivelación”. Ante esta situación pide a los suyos, nos pide a nosotros, que llevemos a la práctica y tengamos en cuenta el principio de gobierno enunciado, porque el mismo deja espacio para la libertad personal y ofrece la posibilidad de alcanzar una unidad de tensiones creadora de vida entre esa libertad y la autoridad.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Reconquistar Schoenstatt


Texto del Padre Fundador

Quiero agradecer asimismo a los que aún no viven, a los que vendrán. Porque, ¿qué será de Schoenstatt si las generaciones futuras no están colmadas y encendidas por este mismo espíritu que nos anima? En la Familia debería ser ley perpetua que cada generación reconquiste Schoenstatt para sí. Agradezco a las generaciones de los siglos venideros por la labor positiva que puedan desarrollar; pero si no hay tal colaboración positiva, nos encontraremos ante la ruina de nuestra Familia. En efecto, si Dios no nos da hombres que en cada nueva etapa histórica trabajen con los mismos medios, con los mismos objetivos y por el mismo camino, la Obra será flor de un día, será efímera. Que Dios, que hasta ahora nos protegió, y que la Santísima Virgen, que hasta ahora nos cubrió con su manto, derramen sus gracias y su bondad sobre nosotros; que por nuestra fidelidad en la trasmisión de los bienes heredados a las generaciones futuras, ellos nos regalen en cada época venidera hombres que entreguen sus vidas por Schoenstatt. Desde aquí quiero agradecer cordialmente a esas generaciones futuras.

(Ver: “Kentenich Reader, Tomo 1”, Pág.66, Editorial Patris – Textos tomados de la alocución del Padre Kentenich en ocasión de sus bodas de plata sacerdotales, Agosto 1935)

Comentario

Eran los primeros años del Movimiento. Las pruebas de Dachau y Milwaukee (campo de concentración y destierro) no habían llegado. La Familia celebraba el “fuego del primer amor” con alegría, celebrando también las bodas de plata sacerdotales de su Fundador. Eran momentos para agradecer. Justo en este momento el Padre Kentenich enuncia lo que él califica de ley perpetua, “que cada generación, que cada persona reconquiste Schoenstatt para sí”. Puede ser que muchos de nosotros nos hayamos preguntado por el significado de estas palabras. ¿Qué quiere decir “reconquistar Schoenstatt ”? Sin citarlo, nuestro Padre nos invita a mirar al Apóstol Pablo, que en sus Cartas a los Corintios y a los Filipenses les dice también: “Os suplico, por tanto, que sigáis mi ejemplo …. Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo ….. Hermanos, seguid todos mi ejemplo, y mirad a los que se conducen según el modelo que tenéis en mí.” (1Cor 4:16; 11:1; Flp 3:17)    Se trata por lo tanto de que cada uno de nosotros, cada una de las generaciones, siguiendo el ejemplo recibido, inicie su camino de santidad con una alianza de amor con María en el Santuario de Schoenstatt, y siga la ruta que tanto el Fundador como sus primeros hijos tomaron para regalar a la Iglesia una santidad singular y magnánima. Es así cómo debemos entender en su justa medida la explicación que el Padre Kentenich nos apunta en el texto arriba mencionado: “trabajar con los mismos medios, con los mismos objetivos y por el mismo camino”. La vida del Fundador es, por tanto, la medida para sus hijos; de su mano podremos hacer vida en nosotros y en nuestras comunidades los distintos hitos de la Familia, y con ello llegar a la meta deseada.