miércoles, 9 de febrero de 2011

Principio de gobierno


Texto del Padre Fundador

Reflexionando sobre cómo gobierna Dios el mundo, la teología propuso el siguiente axioma: Deus operatur per causas secundas liberas: Dios actúa siempre a través de causas segundas que actúan libremente, adaptándose a ellas con cuidado. Así pues Dios es y permanece como causa prima que empuña en sus manos las riendas. Las sostiene siempre con firmeza, plena sabiduría, bondad y poder. En el gobierno del mundo ejercido por Dios, el ser humano dotado de libertad personal, es la causa secunda que actúa libremente. ……………………. Procuramos imitar esa misteriosa manera de gobernar, esa sabiduría de gobierno del eterno Padre Dios. Lo hacemos con la mayor perfección de la que somos capaces y en la medida que ello sea posible para hombres mortales y afectados por el pecado original. Para nuestro propio uso formulamos sucintamente el principio divino de gobierno del siguiente modo: Un claro principio de autoridad, democrático en la aplicación. Dicho más claramente: En nuestro gobierno nos afirmamos inconmoviblemente sobre el terreno de la autoridad, pero en la aplicación de esa autoridad somos extraordinariamente receptivos y tomamos muy en consideración (siguiendo el ejemplo de Dios) las necesidades individuales y sociales de la naturaleza. O bien: Somos autoritarios en principio, pero extraordinariamente democráticos en la aplicación. Por esta vía creemos imitar (en la medida en que es posible para seres humanos) la manera de gobernar omnisciente e inalcanzable de Dios. …. Repito que cuando se trata de personas y de dirigir y guiar personas, sostenemos un claro principio de autoridad, pero a la vez lo aplicamos democráticamente.

(Ver: “Kentenich Reader, Tomo 1”, Págs. 89-90, Editorial Patris – De un ensayo escrito por el P. Kentenich y publicado por Herta Schlosser en “Autorität und Freiheit in schöpferischer Spannung” (Autoridad y libertad en tensión creadora), 1993)

Comentario

Nuestro Padre Fundador se muestra en toda su actividad educadora con la sabiduría y el amor de su paternidad, un padre que sirve abnegadamente a la vida ajena, a la vida de los suyos. Teniendo clara la meta de la educación, formar al hombre nuevo, libre y capaz de vincularse con Dios y con los hombres, elabora desde joven sus propios métodos pedagógicos, conociendo las señales de los tiempos. Las diversas comunidades de su Familia deberían encarnar el ideal propuesto para ayudar a la Iglesia en los desafíos del presente y del futuro. Así todos nosotros, en la familia, en el trabajo y en la sociedad, tendríamos también la opción de seguir el modelo pre-vivido. En el texto propuesto nos ofrece una clave para comprender en su justa medida el tema tan importante de la autoridad, en este camino de libertad personal y vinculación comunitaria. Lo hace justamente sabiendo que nos encontramos desde hace siglos en un “democratismo” que propone en todas partes libertad, igualdad y fraternidad, pero eliminando al padre en la familia y a la autoridad en la sociedad. En nuestros días “ese democratismo continúa su obra devastadora, pretendiendo apartar toda autoridad fundada en Dios y promoviendo un absurdo afán de nivelación”. Ante esta situación pide a los suyos, nos pide a nosotros, que llevemos a la práctica y tengamos en cuenta el principio de gobierno enunciado, porque el mismo deja espacio para la libertad personal y ofrece la posibilidad de alcanzar una unidad de tensiones creadora de vida entre esa libertad y la autoridad.

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