miércoles, 13 de abril de 2011

La colaboración humana


Texto del Padre Fundador

Pero en ese misterio (“el misterio de Schoenstatt”) hay todavía una tercera parte esencial. La vinculación local de la Santísima Virgen y su fecundidad universal desde aquí no es sólo eficacia del contacto con la gracia. En este punto volvemos a topar con el núcleo de nuestra originalidad: La vinculación local de la Santísima Virgen y su fecundidad universal es a la vez fruto de la colaboración humana. Piensen en Lourdes, en Kevelaer o en el santuario mariano que quieran. Observarán que son lugares de peregrinación que han surgido puramente por la acción de la gracia divina. ¿Y aquí, en Schoenstatt? Repasen el Acta de Fundación. ¿Qué se dice en ella? Que se establezca aquí la Santísima Virgen, pero no sin nuestra colaboración. Queremos contribuir. Nada sin nosotros. ¿Advierten el rasgo original? Siempre nos interesa la unión orgánica de naturaleza y gracia. La Santísima Virgen actuará, pero no sin nosotros. Queremos colaborar. Precisamente esa idea de la colaboración dio pie al Capital de Gracias. Nada sin nosotros. Que el misterio de Schoenstatt se nos haga cada vez más claro… No sólo debemos nutrirnos del Capital de Gracias, sino multiplicarlo. Sentimos que está naciendo un tiempo nuevo. Pero no queremos ser meros espectadores de lo que se desarrolla en el campo de batalla. No; hemos de descender más decididamente a la arena. ¿Cómo luchar en este tremendo combate? Nada sin nosotros. La Santísima Virgen quiere y debe actuar aquí, pero sólo con nuestra colaboración. Nada sin nosotros.

(Texto extraído de una homilía del Padre Kentenich del 10 de diciembre de 1933 [Hug, Bethlehem, 245-265] – Ver: Kentenich Reader, Tomo 1, Pág. 189)

Comentario

Vivimos en una sociedad destacadamente economicista, parece que sólo cuentan los factores económicos. Pero no es ésta la explicación de que los schoenstattianos llamemos a nuestra colaboración con la Santísima Virgen en su Santuario “Capital de gracias”. El término nos sugiere en primer lugar la conocida parábola de los talentos. Jesús explica a sus discípulos que el dueño de la hacienda entregó a uno diez, a otro cinco y a otro un talento. Mis cualidades y mi potencialidad puestas al servicio del amor a la persona que me ha enviado. El que ama de verdad no deja escapar ninguna ocasión para aprovechar sus dones y hacerlos fructificar en bien de los demás. Asumimos el hecho de vivir en una Alianza de Amor con la Santísima Virgen. Nos hemos consagrado a Ella. Ella nos envía a construir el Reino de Cristo. En el Acta de Fundación se lee una frase que nos parece dicha por nuestra Madre y Reina: “Yo amo a los que me aman”. Y para explicarlo sigue diciendo: “Pruébenme primero …. por hechos que me aman realmente y que toman en serio su propósito. Tráiganme con frecuencia contribuciones al Capital de Gracias. Adquieran por medio del fiel y fidelísimo cumplimiento del deber y por una intensa vida de oración muchos méritos, y pónganlos a mi disposición”. Quiero recordar aquí el Antiguo Testamento y la alianza de Dios con sus criaturas: el sacrificio pedido por Dios en el momento de la alianza es el símbolo de la entrega del hombre a su Dios. Nuestra entrega hoy, y con ello nuestro aporte original a la Alianza, es la vida de oración y nuestro fiel cumplimiento del deber. En permanente diálogo con Dios construimos el mundo que Dios quiere construir con nuestra colaboración. Y en todo recordamos con San Pablo la palabra del Señor que dijo: “Hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20, 35)



2 comentarios:

  1. Muchas gracias por este blog tan util que nos ayuda a acercarnos a schoenstatt y al PKentenich

    Un fuerte abrazo

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  2. Angelica Hashimoto20 de abril de 2011, 14:17

    Que alegria poder acompanhar estas reflexões. Elas nos têm sido úteis pessoalmente e também em nossos trabalhos apostólicos!

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