miércoles, 1 de junio de 2011

La misión del "31 de Mayo"



Texto del Padre Fundador

Acabo de llamarles la atención sobre la magnitud de la tarea que tenemos aquí en Chile como pequeña Familia. Sin embargo, el motivo que hoy nos reúne, en esta tarde, nos señala que Dios nos ha confiado una gran tarea para todo el mundo, especialmente para Europa, para Occidente. ¿De qué tarea se trata? Se trata de desenmascarar y sanar la raíz, el último germen, de la enfermedad que aqueja al alma occidental: el pensar mecanicista. Tengo suficientes razones para suponer que Dios ha depositado, en este sentido, una pesada carga sobre mis hombros y sobre los hombros de nuestra Familia. La ley de la “puerta abierta” me convence de ello ……… La misión tan manifiesta de Schoenstatt para Occidente, especialmente para nuestra patria, frente al colectivismo que avanza poderosamente y que destruye todo, se encuentra ante un muro que sólo puede ser derrumbado, significativa y eficazmente, si se vence y aleja el mencionado bacilo. ……………Vemos cómo Occidente camina a la ruina y creemos que estamos llamados desde aquí a realizar un trabajo de rescate, de salvamento, de construcción y consolidación. Creemos que es deber nuestro ofrecernos como instrumentos para impulsar una contracorriente, que vuelva a los países desde los cuales un día estos pueblos recibieron su cultura, desde los cuales también nosotros hemos sido abundantemente beneficiados.

(Textos tomados de la alocución del Padre Kentenich a las Hermanas de María en Santiago de Chile, el 31 de mayo de 1949 - Ver: Kentenich Reader, Tomo 1, Pág. 260/261, Editorial Patris)


Comentario

La plática que el Padre Kentenich pronuncia el día 31 de mayo de 1949 ante un grupo de Hermanas de María en el recientemente bendecido Santuario de Schoenstatt en Santiago de Chile es un importante documento histórico y supondrá el inicio de un hito para toda la Familia de Schoenstatt. Con esta plática el Fundador ponía sobre el altar la primera parte de una respuesta escrita al informe final de la visitación canónica a Schoenstatt, dando un paso de carácter profético, sumamente arriesgado para él y también para toda su familia religiosa. Su objetivo era desenmascarar y vencer el gran mal que aqueja al alma occidental: el pensar mecanicista. Es una mentalidad que según él, “se había anidado incluso en la misma vida de la Iglesia restándole vitalidad y fuerza plasmadora”. En esta misma plática justificará su acción diciendo que “quien tiene una misión ha de ser fiel a ella”. Jóvenes generaciones de chilenos y de otros países de América del Sur asumirán después el desafío que les planteara el Fundador de Schoenstatt antes de marchar al destierro en Milwaukee. La magnitud de la tarea sigue siendo hoy un reto para todos los hijos del profeta, porque el pensar mecanicista avanza sin descanso a nuestro alrededor. Como núcleo de la necesaria contracorriente estaría “la necesidad de sanar el organismo de vinculaciones naturales, a fin de posibilitar al hombre actual una vivencia del organismo de vinculaciones sobrenatural”, en definitiva, educar la capacidad de amar. Schoenstatt quiere ser un instrumento en este camino.

1 comentario:

  1. Me parece, definitivamente una profecía, con las herramientas para que ella se cumpla, sin volver a crucificar a Cristo, sino que viendo al Cristo crucificado en cada una de las criaturas.

    ResponderEliminar