miércoles, 29 de febrero de 2012

Ser y misión del varón (1)



(Nota previa: A partir de esta semana nuestro BLOG del Padre traerá algunos textos importantes del Fundador de Schoenstatt referidos “al ser y a la misión del varón”. Al iniciar esta serie reproducimos a modo de introducción algunos pensamientos del Padre Juan Pablo Catoggio, Argentina, en un “Estudio” publicado en el número 12 de CARISMA, Editorial Patris, Santiago de Chile, sobre el tema que enunciamos en la cabecera de estos artículos y titulado “La imagen del varón”. El Padre Kentenich, escribe el Padre Catoggio, denuncia “una cultura que es unilateralmente ‘cultura masculinizada’, pero a la vez critica la desorientación existencial acerca de la especificidad del varón y de la mujer que llevó a una mezcolanza confusa, donde ‘la mujer no es mujer, ni el varón varón’. La raíz de esta crisis es la falta de referencia al orden de ser, concretamente, al deber ser del varón y de la mujer. Por eso la gran inseguridad en los roles sociales que han de cumplir. Se duda si hay una especificidad de los sexos o si acaso no es sólo convencionalismo cultural impuesto por la tradición. Así se explica la nivelación de los sexos en la moda, en la conducta entre hombres y mujeres, donde las diferencias se borran cada vez más. “Ya no hay un ideal de mujer ….. ya no hay un ideal de varón ….. la última razón: es que ya no hay ningún orden objetivo de ser” (Weihnachttagung 1967, p. 46). Estamos ante una “enajenación esencial de los sexos” (Marianische Erziehung 1934, p. 168).”
La serie “ser y misión del varón” se inicia con un texto escrito por el Padre Kentenich en el año 1961, en Milwaukee/Estados Unidos, y que es ‘una apretada síntesis sobre los principios filosóficos-teológicos fundamentales sobre los cuales se basa su doctrina pedagógica, como así mismo en la paternidad, viga maestra de todo el sistema’. Ver: MI FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN, Padre Kentenich, Editorial Schoenstatt, Chile, 1985. Debido a la extensión del texto se publicará en dos entregas, la primera parte en esta semana, y la segunda en la semana próxima.)


LA ACTITUD FUNDAMENTAL DEL EDUCADOR: LA PATERNIDAD SACERDOTAL

DISPOSICIÓN

1.      EL CONCEPTO DE PATERNIDAD: PERSPECTIVA FILOSÓFICA Y TEOLÓGICA
-          Lo sacerdotal
-          Lo paternal

2.      LA FILIALIDAD: RAIZ Y FUNDAMENTO DE LA PATERNIDAD

3.      LA TRAGEDIA DE LA CULTURA ACTUAL: LA CARENCIA DE AUTÉNTICOS PADRES
3.1    Caricaturas de la paternidad
3.2    Raíz histórica
3.3    La enfermedad de nuestra época: la incapacidad de amar

4.      EL RENACIMINETO DE LA PATERNIDAD: UNA TAREA HISTÓRICA
4.1    Prioridad sobre otras tareas
4.2    La educación del varón y la paternidad
4.3    El hombre masa: fruto de la desvinculación personal

5.      ELEMENTOS QUE IMPLICA EL RENACIMIENTO DE LA PATERNIDAD
-          Ser padre y sentir como padre
-          La condición: ser niño
5.1            El amor paternal
5.1.1        El amor filial, puente hacia Dios Padre
5.1.2        La auténtica filialidad
-          Reciedumbre del niño
5.1.3      Tres afirmaciones esclarecedoras
-          Puer et pater
-          Sentir filial
-          El don de la sabiduría
5.1.4      Paternidad y autoridad
5.1.5      Entrega, respeto y confianza: elementos del amor paternal
5.2           La sabiduría paternal
5.3           El cuidado paternal

6.      PATERNIDAD Y MATERNIDAD




TEXTO DEL PADRE FUNDADOR

…………….. El amor simplemente no sólo es el mayor poder en el cielo y en la tierra, sino que ha de ser visto y valorado como el gran poder creador en la educación. No en vano se escucha en el movimiento de Schoenstatt que educadores son hombres que aman y que nunca dejan de amar. Los verdaderos y auténticos educadores son genios del amor...

Así lo expresa Don Bosco cuando llama a su pedagogía “hija del amor”. En su testamento lo formula del siguiente modo; “Si quieres que se te obedezca, debes lograr ser amado (lo mismo vale en relación a todas las demás virtudes morales). Si queréis ser amados, entonces debéis amar. Y esto sólo no basta. Debéis dar un paso más; vuestros educandos no sólo han de ser amados por vosotros, sino que deben llegar a darse cuenta de ello. ¿Cómo ocurre esto? Debéis preguntárselo a vuestro corazón, él lo sabe”. ………

1. EL CONCEPTO DE PATERNIDAD: PERSPECTIVA FILOSOFICA Y TEOLOGICA

Con esto ya nos estamos refiriendo a la actitud fundamental que Schoenstatt exige de sus educadores: la actitud de la paternidad sacerdotal.

Lo sacerdotal

La palabra sacerdotal tiene dos sentidos. Puede ser considerada desde un punto de vista filosófico o teológico.

En el primer caso, en el sentido de una acentuada filosofía del ser, significa el estar enraizado en forma inquebrantable en últimos principios metafísicos del ser, que según la ley ordo essendi est ordo agendi, determinan la vida y la doctrina. Afirmando ambas sobre un fundamento de roca, dan de esta manera, en un tiempo de creciente confusión espiritual, tanto al educador como al educando, firmeza, cobijamiento y seguridad ante la vida.

Ciertamente es un riesgo situarse hoy en día en esta perspectiva. Se encuentran relativamente pocos defensores de una philosophia perennis. En todas partes —o casi siempre— se habla de un conocimiento experimental, de una filosofía existencial, de teorías del desarrollo absoluto, que no encuentran en el ser ni un fundamento ni un núcleo permanente.

Es evidente que no es tarea fácil recomendar a tales círculos que busquen un fundamento metafísico para su actitud como educadores. El caso se torna aún más complicado si se piensa y considera la importancia y el fundamento teológico de la actitud sacerdotal para el educador. En este caso se piensa en una participación marcadamente original del educador en la actividad educadora del Padre Dios, que se prodiga creadoramente regalándose a sí mismo sin medida.

Lo paternal

La paternidad determina la mentalidad y la actitud, forma un original estilo de vida y de trabajo, se arraiga siempre en el ser padre que, considerado metafísicamente, es reflejo y transparencia o participación en la paternidad divina.

2. LA FILIALIDAD: RAIZ Y FUNDAMENTO DE LA PATERNIDAD

Normalmente esta paternidad llega a ser plena y alcanza su expresión más honda cuando una experiencia religiosa de filialidad ante el Padre Dios la ha precedido y acompañado.

Esto quiere decir, en general, que a la larga, sólo puede llegar a ser padre, en el pleno sentido de la palabra, aquel que posee, en forma permanente, una profunda vivencia de hijo ante el Padre Dios.

Pero casi siempre tales experiencias de filialidad sobrenatural suponen vivencias semejantes en el plano natural o en relación a transparentes humanos de Dios.

Según la ley de la transmisión de sentimientos, una experiencia negativa de paternidad en relación al transparente humano condiciona esencialmente la relación con Dios. Por eso puede afirmarse con propiedad que tiempos sin padre son tiempos sin Dios. Casi necesariamente tales tiempos están condenados a engendrar en gran escala ateos de todo tipo. Al revés, también vale la afirmación de que tiempos plenos y ávidos de paternidad son tiempos plenos y ávidos de Dios.

3. LA TRAGEDIA DE LA CULTURA ACTUAL: LA CARENCIA DE AUTÉNTICOS PADRES

Si mantenemos esta perspectiva ante nuestra mirada, comparándola con la posición que ocupa, el padre, en la cultura moderna, no es difícil formular la importante aseveración: la tragedia del tiempo actual es, en el fondo, la tragedia del padre. En forma creciente vivimos y nos movemos en un tiempo sin padre.

3.1. Caricaturas de la paternidad

El padre se convierte cada vez más en una figura trágica en la literatura y en la vida. Basta recordar la frecuencia con que las revistas cómicas se ocupan de él y las caricaturas que exhibe continuamente la televisión. Tanto en uno como en otro caso se muestra una imagen desfigurada de lo que significa ser padre y de la auténtica paternidad. Se le ve, es cierto, bien intencionado, pero no pasa de ser un torpe personaje que ha fallado totalmente en el ejercicio de su autoridad paternal como instancia decisiva en la vida familiar. Es objeto de burla y, en el mejor de los casos, objeto de compasión para la mujer y el hijo, especialmente para las hijas mayores.

3.2. Raíz histórica

¿Cómo se ha llegado a esta trágica situación?
Es un largo proceso el que ha conducido a este lamentable asesinato moral del padre, el cual a su vez ha traído como consecuencia las dificultades originadas por su carencia.

Nos llevaría muy lejos querer profundizar aquí esta cuestión. La revolución francesa (1789) representa un cierto hito histórico culminante en este devastador proceso. En verdad, con éxito extraordinario logró sustraer al hombre y a la humanidad el derecho a experimentar el poder de amor paternal, e impulsarlos, bajo el lema “libertad, igualdad, fraternidad”, a asociarse libremente, como individuos libres, como los “hermanos”, en contra del padre.

La devastadora y envenenada opinión pública que resultó de todo ello encontró en la persona de Carlos Marx un exponente fuertemente contaminado con esta realidad. Como hijo de su época, fue él también un hombre profundamente perturbado en su capacidad de amar.

Carlos Marx asimiló de su tiempo los problemas que acarrea la carencia de padre y la protesta contra el padre, —cosas que fueron confirmadas por propia experiencia personal— y proyectó esta devastadora carencia de padre en su tiempo, convirtiéndola, por la poderosa influencia que ejerció en su siglo, simplemente en destino para la humanidad.

3.3. La enfermedad de nuestra época: la incapacidad de amar

En nuestros días se ha ido confirmando cada vez más la siguiente experiencia: quien en su vida, sobre todo en su infancia y años de desarrollo, ha tenido que sufrir gran carencia de amor y hambre de amor, normalmente permanece enfermo a lo largo de toda su vida en cuanto a su capacidad de amar.

Por eso, con razón se habla hoy en día en todas partes de la dificultad, de la debilidad o de la incapacidad de contacto del hombre moderno.

No es esta una enfermedad contagiosa de tipo corriente, sino que debemos catalogarla como una tremenda epidemia que penetra en todas partes, causando daño no sólo en las relaciones interpersonales sino también en el seno sacrosanto de la familia. Cuán a menudo hay que reconocer que los padres de hoy son ya hijos de padres que cuentan con una capacidad de amar perturbada. No hay que admirarse, entonces, cuando sus hijos “en lo más profundo de su ser ya no cuentan con el poder del amor, sino a menudo tan sólo intentan torpes y conmovedores gestos de amor”.

Es superfluo indicar que aquí sólo queremos señalar la dirección hacia la cual el actual desarrollo se va moviendo con velocidad vertiginosa. Es evidente que aún existen muchos matrimonios y familias —a modo de islas— en los cuales la situación se presenta de modo más favorable. Pero ¿cuánto tiempo podrán resistir aún a la epidemia?

4. EL RENACIMIENTO DE LA PATERNIDAD: UNA TAREA HISTORICA

De este modo podemos comprender por qué la preocupación por hacer nacer de nuevo al padre constituye una de las tareas más centrales de toda la educación.

4.1. Prioridad sobre otras tareas

Ciertamente existen muchas otras inquietudes tocantes a la formación y educación del varón. Todas ellas —a veces más, a veces menos— tienen su importancia. Por eso, no queremos dejar de verlas ni tampoco eliminarlas. Pensemos, por ejemplo, en la cuestión muy actual de la formación de adultos o en las exigencias que plantea el apostolado de los laicos. Préstese, además, atención al hecho de que en toda la Iglesia se buscan varones que lleguen a ser apóstoles. El Papa y los obispos aprovechan toda ocasión propicia para poner esto de relieve. Recuérdese la clara misión del varón en la actualidad, que radica en dar espíritu, ordenar y acomodar su tarea o su trabajo —que constituye buena parte del mundo técnico de hoy— a la escala de valores objetiva querida por Dios. No olvidemos, finalmente, que la salvación del orden social cristiano en disolución y el cambio profundo de la orientación política dependen, con urgencia, de un vigoroso compromiso viril... Así podría continuar y señalar una tras otra las tareas que hoy en día se exigen del varón. Sin embargo, cada vez debería añadir que todo esto —y mucho más— es urgentemente necesario y conveniente… pero no es lo que debe ser considerado en primer lugar.

En primer lugar está un bien entendido renacer del padre, o dicho en otras palabras, la múltiple y enérgica revivificación de una nueva imagen de padre, tal como lo exige el tiempo actual según el querer de Dios. El clamor que se levanta por educadores educados equivale al clamor por padres auténticos y educados.

Si se quiere dar una respuesta esclarecida a este problema, hay que examinar primero la enfermedad radical que aqueja al hombre actual. Investigaciones exhaustivas ponen de manifiesto dónde radica el peligroso y último foco de la enfermedad: la lamentable y creciente carencia de capacidad de amar en forma íntima y vigorosa.

4.2. La educación del varón y la paternidad

Normalmente siempre le ha resultado difícil al varón lograr que un amor auténtico pueda captar y transformar sus poderosos instintos y la fuerza avasalladora que ellos desatan. Esto se explica si se tiene en cuenta su original estructura físico-síquica, diferente al modo de ser y vivir femeninos. Una antigua fábula nórdica llama simbólicamente la atención sobre esta realidad. Afirma que, con ocasión de su bautismo, los antiguos héroes germánicos habrían mantenido su brazo derecho fuera del agua bautismal. Con ello querían expresar que, a pesar del bautismo, fieles a las antiguas costumbres paganas, aunque ahora fuesen cristianos, tenían la intención de seguir abrazando a la mujer y de emplear la espada. Es decir, no querían renunciar a dar rienda suelta a sus instintos desordenados. O, dicho de otra forma, no querían que esos instintos fueran bautizados, a fin de conservar su antigua libertad, sin integrar ni subordinar sus instintos al amor cristiano.

Si se tiene en cuenta esta disposición y fundamento natural, no es de extrañar que el sexo masculino se contagie, rápida y hondamente, incluso a menudo en forma incurable, con la enfermedad radical, con el bacilo de la epidemia que ataca al hombre moderno: la múltiple disminución de la capacidad de amar...

4.3. El hombre masa: fruto de la desvinculación personal

Lo que suele darse como fundamento de las mutaciones del individuo y comunidad en el tiempo actual, al ser examinado más de cerca se revela como síntoma, es decir, como expresión y efecto del mencionado bacilo. Esto se refiere, ante todo, a las crecientes tendencias de masificación que arrancan con violencia al hombre de su vinculación básica y elemental con Dios y con los hombres.

No cabe duda de que, en la medida en que desaparece el amor personal al tú personal humano y al tú divino, se “cosifica” y se instrumentaliza la relación natural —o al menos fundada en su ser— tanto respecto a los hombres como a Dios. De este modo se abre camino al hombre masa sin alma, o sin interioridad, cansado de la libertad, e incapaz de decidir, que puede ser movido de un lado a otro como una caña mecida por el viento de la opinión pública o por el látigo del dictador.

Aquí se encuentra también la raíz de la notable apatía moral, del desenfreno de los instintos, así como también de la exaltación del ídolo femenino que constatamos hay en el mundo.

Allí donde la moral tiene sus raíces y su corona en un verdadero amor, o donde la vida instintiva es gobernada con una sabia y vigorosa disciplina por el amor, se está en camino de convertir al amor, ley fundamental del mundo, en la ley fundamental de la vida y de la educación, dando así al individuo y a la sociedad la impronta querida por Dios. 

(Continuará la semana próxima)

miércoles, 22 de febrero de 2012

Dignidad de la mujer y su misión



(Nota previa: Reproducimos hoy el texto de una conferencia dada por el Padre Kentenich a los grupos de señoras del Movimiento de Schoenstatt en la ciudad de Valparaíso/Chile en noviembre del año 1948. La Rama de Señoras de Chile la publicó en el año 1978 junto a las demás pláticas que el Fundador había dirigido en Valparaíso y Santiago a los grupos de señoras y juventud femenina durante sus nueve visitas entre los años 1947 y 1952, como regalo y aporte a la Familia. Estas charlas son consideradas por la Rama de Señoras como la herencia sagrada que nuestro Padre les dejara en Chile. Valga recordar que en Chile el mes de María se celebra durante el mes de noviembre. Este BLOG publica esta conferencia para concluir la serie de textos referidos al “ideal de la mujer”.)  


DISPOSICION

1. Motivos para la elección del tema
   -  Desprecio de la cultura actual sobre la nobleza del cuerpo femenino
   -  Utilización exhibicionista del cuerpo femenino
   -  Confusión generalizada sobre la identidad de los sexos

2. Dignidad de la mujer
   -  Respeto es la expresión de la dignidad de la mujer
   - Dios puso en la Stma. Virgen la encarnación del ideal femenino
   - María como representante del género humano
   - Grandeza de María: Mujer resplandeciente como el sol

3. Historia de la creación
   - Dios crea al hombre y a la mujer en estado de gracia
   - Caída de nuestros primeros padres por el pecado de desobediencia
   - Cristo redime al mundo y redime a la mujer
   - Dignidad del matrimonio: el hombre será fiel a la mujer elegida
   - La mujer, a través de María, recupera su soberanía

4. Realeza y dignidad de María
   - La mujer ve reflejada la realeza de María en su propio ser
   - De ahí el sentido de su vida: conducirse en forma real como la Madre de Dios
   - María: virgen y madre
   - María: “he aquí la esclava del Señor”, no del hombre
   - La mujer mira a María, el hombre descubre los rasgos de María en la mujer que mira
   - “Reconoce, mujer, tu grandeza y dignidad”

5. María representante del género humano ante Dios
   - La única naturaleza humana presente en el cielo es la de una mujer
   - Dios no salva al mundo sin la cooperación humana
   - Con respeto se acerca a la mujer, y espera el “fiat” libre de la Stma. Virgen
   - María da el “fiat” en su nombre y en el de todo el género humano – después se realiza la encarnación
   - En el Gólgota, María vuelve a asumir su papel
   - El demonio se vale de una mujer para perder al mundo
   - Dios se vale de una mujer para salvar y redimir al mundo. “Pondré enemistad entre ti y la mujer”
   - Todas las mujeres comparten la dignidad de la Stma. Virgen

6. Consecuencias prácticas
   - Llevar a los hijos y al marido a los pies de la Virgen
   - Despertar en ellos el amor a los rasgos de la Madre de Dios
   - Si el hombre respeta y venera a María, respetará y admirará la dignidad de la mujer
   - Nosotras debemos estar convencidas de nuestra dignidad. Así podremos renovar el mundo actual y especialmente al hombre.


TEXTO DEL PADRE FUNDADOR
 
1. ¿Cuál es el motivo para pedirme este tema?

Tres motivos tiene la mujer para pedir este tema, en una conferencia especialmente dedicada a la Virgen María, en su mes:
a. Un sentimiento de vergüenza por el escarnio y el desprecio que la literatura actual hace de la mujer rebajando la nobleza del cuerpo femenino; toda mujer anhela en el fondo de su ser que se le considere en toda su sublime dignidad.
b. Una mujer noble sufre cuando ve que el cuerpo femenino es objeto de exhibición en vitrina (escaparate), anuncios, revistas, etc. y se presta para todo.
c. El tercer motivo es la inseguridad de salvar el alma… Hoy se habla tanto acerca de la mezcla de los sexos; el hombre y la mujer no saben cómo son realmente. Hay extrañas mezclas en sus actitudes, sus sentimientos e ideales. Las costumbres y la forma de pensar actual contribuyen a esta confusión y brota por lo tanto el deseo legítimo y noble de tener la convicción de la propia personalidad. La grandeza del hombre y de la mujer reside en su complementación. Tanto vale el hombre como la mujer, sin que esto quiera decir que sean iguales.

2. Dignidad de la mujer

La vida actual se ha encargado de mecanizar al ser humano. La mujer aspira a conocer y ocupar su auténtico lugar que la cultura le ha asignado. Citando las palabras de san León: "reconoce hombre tu verdadera dignidad" podríamos decir: "reconoce mujer tu verdadera dignidad luminosa de madre".
Lo explicaré sencillamente. Yo entiendo por Dios al Dios Uno y Trino, pero también a Jesucristo que anduvo en la tierra. Si yo le pregunto a Dios ¿cómo entiende la dignidad de la mujer? me contestaría: "estudia el respeto y sabrás lo que yo pienso de la mujer". "Respeto es la expresión de la dignidad de la mujer". El respeto de Dios hacia la Virgen María nos señala lo que Él pensó sobre la dignidad de la mujer.

Les quiero mostrar este respeto en dos aspectos. Dios me dice: Yo he hecho a una mujer el centro de todo el mundo; todo lo grande, todo lo excelso lo he colocado en una mujer; cuanto de poder, bondad, sabiduría y grandeza tiene Dios, lo puso en María, encarnación del ideal femenino.
Dios hizo a María representante del género humano tanto en el cielo como en la tierra. San Agustín dice: "el respeto de Dios hacia la Virgen, es el rayo que ilumina a todas las mujeres. Ese mismo respeto que rinde a Ella, lo rinde por su intermedio a todas las compañeras de su sexo. En la imagen de María, obra maestra del sublime poder de Dios, está reflejada toda la grandeza y dignidad de la mujer".

En este mes de María sería muy bueno que nos perdiéramos en la grandeza de María y al ver su imagen nos viéramos todas reflejadas en ella. Cuán hermoso tiene que ser Dios que ha creado las flores tan bellas, que ha creado el mar y las montañas, que ha puesto tantas cualidades tan hermosas en los hombres; pero todas estas grandes obras han sido superadas por la creación de la santísima Virgen. Ningún hombre brilla como Ella. La obra maestra de Dios no es un hombre, sino una mujer. Dios se inclina ante Ella y su dignidad. La imagen de María revela la esencia y la realidad de la mujer.

Muchos teólogos buscaron una imagen para describir la grandeza de María. Nos dicen que cuando Dios creó a la santísima Virgen, Dios estaba en éxtasis. El artista puede hacer su obra con toda tranquilidad; de la misma manera dicen los teólogos que Dios creó al mundo, como un arquitecto traza los planos de su obra. Pero cuando creó a la santísima Virgen estaba en éxtasis. Toda la grandeza y hermosura de que era capaz la concentró en esta criatura. La Iglesia piensa igual y admirada canta el "tota pulchra est María", eres toda hermosa y no hay mancha en ti. Habla de esa mujer resplandeciente como de un sol; nosotros comparamos en la vida natural una vela con un sol; la vela somos nosotros, la Virgen es el sol, grande como una bola de fuego.

3. Detengamos nuestra mente un momento; demos una mirada hacia atrás, hacia el Paraíso Terrenal, acordémonos cómo Eva fue formada, Dios la creó en estado de gracia, ella era una reina al Lado de Adán el rey, y en esta forma la mujer habría tenido que andar por el mundo eternamente.
Dios hizo a la mujer con grandes cualidades que debían tener influencia sobre el hombre; pera Eva abusó de estas cualidades y tentó al hombre. Por influencia del demonio la mujer también se hizo cómplice del hombre. Dios la castigó, su castigo fue ser la compañera de exilio del hombre, que se había mostrado indigno de su corona de rey. Eva, de reina, pasó a ser esclava. La vemos en ese pasado del paganismo como un ser lastimero, entregada al poder del hombre.

En la historia vemos estas quejas: que desgraciadas somos las mujeres, apenas nacemos, ya el varón es colocado por encima de nosotras; casadas, estamos sometidas al marido; madres, a los hijos.

Pero Jesús se hace hombre para salvar al mundo. Lo primero que hace es redimir a la mujer y restituir una y otra vez la dignidad del matrimonio. Es una ley de doble efecto: reconquista de la dignidad de la mujer por un lado, y obliga al hombre a ser fiel a la mujer elegida, declarando pecado romper la pureza de la alianza matrimonial. Jesús protege así la dignidad de la mujer. Dios para mostrarnos el respeto que tiene por el matrimonio y conociendo la naturaleza humana, sabe que con solo una legislación adecuada no va a cambiar a las criaturas. Él completa su obra encarnando todo lo grande y sublime en la Madre de Dios. La mujer, a través de María, recuperó su soberanía, aun en forma más perfecta que antes del pecado original.

4. El hombre que ve los rasgos de reina en la Virgen, los ve en cada mujer que mira.

La mujer que contempla en la imagen de la Virgen su realeza y grandeza, la ve reflejarse en su propio ser y por Ella llega a poseer el sentido de su vida: conducirse en forma real como la Madre de Dios. En la Virgen, la mujer vuelve de nuevo a su pureza y llega a entender el aprecio especial de la virginidad. La mujer en su ser más profundo tiende a regalarse a Dios y comprende el sentido real de su vida: "he aquí la esclava del Señor", no del hombre.

El don más excelso de la mujer es la virginidad; la maternidad no es sólo una cosa natural; por eso la Virgen quiere engendrar en el orden espiritual muchos hijos. En cada mujer existe el deseo de ser madre, reina y virgen; pero desgraciadamente nosotras no podemos como Ella, ser madre y virgen a la vez. Reflexionemos cuán profunda era la virginidad en María que no la perdió ni aun por su maternidad. Era tan espiritual su maternidad que pudo engendrar un hijo sin contacto de varón; nosotras sentimos envidia de la Virgen porque fue Madre y Virgen.

Si nosotras estuviéramos literalmente durante un mes hincadas delante de la Virgen, se despertaría en nosotras la grandeza y dignidad de la mujer y también el desprecio por todo lo que atenta a esta dignidad.
"Reconoce, mujer, tu grandeza y dignidad."

5. Un segundo aspecto nos muestra esta grandeza y dignidad: María representa al género humano ante Dios. Es un honor para el género femenino que la única naturaleza humana presente en el cielo, sea la de una mujer… La Virgen como verdadera mujer, comprende como nadie nuestra naturaleza, sus flaquezas, nuestras preocupaciones. No hay abogada más perfecta que Ella. ¿No es esto acaso un gran honor para nosotras? Aunque veamos delante de nosotras a todos los santos: san Pedro, san Pablo, san Francisco, san Antonio, santa Teresa, santa Teresita, santa Rosa de Lima. ¿Qué son todos ellos delante de la santísima Virgen?

Si nosotras preguntamos a Dios si ama a la mujer, Él nos tiene que señalar a la Virgen. Ella es Madre de cielos y tierra, y por eso en nosotras se debe despertar un santo orgullo cada vez que la miramos. Es una gran ley en la economía divina, que no quiere salvar al género humano sin la cooperación humana; pero ¿quién representa al género humano? Imaginémonos cuán perfectamente cooperó la santísima Virgen a la redención. Dios envió un ángel a la casita de Nazaret. Veamos con qué respeto se acerca éste a María, con cuanto respeto le da el mensaje. Dios quiere el sí, el fiat libre de la santísima Virgen. Él ha puesto su confianza ilimitada en una mujer. La santísima Virgen no desilusionó al Dios vivo. Adán y Eva desilusionaron a Dios, ya que ellos estaban ahí en representación del género humano; por eso toda la humanidad tuvo que sufrir las consecuencias.

El hombre es un riesgo de Dios, y la mujer dos o tres veces más. María da el fiat en su nombre y en el de todo el género humano y se realiza la encarnación.

En el Gólgota, la Virgen vuelve a asumir su papel. Ella está también como la representante de toda la humanidad al pie de la cruz; también da su fiat a la muerte a fin de hacer fructífera la Redención.
Los teólogos han destacado estas dos palabras: Ave: la Virgen; Eva: la mujer que cayó. Eva manchó su dignidad; María (Ave) levantó esa ignominia. El hombre al mirar a la mujer descubre no sólo los rasgos de Eva, sino los de Ave. En María el hombre volvió a ver encarnada la dignidad de la mujer.

El demonio se valió de una mujer para perder al mundo, sin embargo el poder del demonio fue vencido por el pie suave de una mujer. "Pondré enemistad entre ti y la mujer". Así humilla Dios a Satanás. Si Dios no se hubiera valido de una mujer para salvar al mundo, el hombre siempre hubiera sentido desprecio por ella, sin poder olvidar que el pecado llegó al mundo por una mujer. Así muestra Dios el respeto que merece la mujer. Todas las mujeres se sienten cobijadas a la sombra de la grandeza de la Virgen María, compartiendo su dignidad.

6. ¿No les parece que durante este mes de María debiéramos meditar los rasgos de la Virgen y decirle: ¡oh Madre, haz que yo sea como Tú!?

Sería muy bueno que llevemos más a menudo a nuestros hijos a los pies de la Virgen, porque allí les podemos enseñar las leyes de la cortesía, las leyes de la tradición familiar que despertarán en ellos más respeto por la mujer, pero sería mejor todavía si despertamos en ellos el amor a los rasgos de la Madre de Dios.
Llevemos al joven, a nuestros maridos, a los pies de la Virgen; si él respeta y venera su corazón, también respetará nuestra corona de madre y nuestra dignidad de mujer.

Si nosotras estuviéramos más convencidas de nuestra dignidad, entonces cooperaríamos mejor con lo que Dios quiere de nosotras y podríamos renovar el mundo actual, y no sólo al mundo, sino especialmente al hombre. 

¡Oh Madre, haz que sea como Tú! Esta gracia les deseo a todas las que han venido a esta conferencia. 

miércoles, 15 de febrero de 2012

Lo eterno en la mujer


(Cuarenta frases para la reflexión)

(Nota previa: En la serie de textos referidos al “ideal de la mujer” publicamos hoy una selección de frases referidas a “lo eterno en la mujer”. Esta selección está incluida en la publicación Para un mundo del mañana" – Párrafos escogidos sobre problemas pedagógicos - , Padre José Kentenich, Schoenstatt, 20 de Enero de 1970 - [Texto tomado del archivo digital del Instituto de Familias].  
Es una recopilación realizada con la intención de hacer accesible a círculos más amplios la pedagogía que el Padre Kentenich ha dejado a la Familia de Schoenstatt en numerosas conferencias y escritos. Nuestro Fundador nos muestra con estas ideas caminos para la reflexión y también para responder a los interrogantes de la discusión pedagógica de nuestros días.)


TEXTOS DEL PADRE FUNDADOR

1. Nuestra cultura actual carece de alma. La naturaleza de la mujer es el elemento que da alma, la naturaleza del hombre es el elemento que da espíritu e impulsa hacia adelante. Donde no concurren ambos elementos no habrá avance de la cultura. El auténtico dirigente debe encarnar siempre ambas cosas, pues una naturaleza de dirigente que fuese solamente impulsada por ideas, que solamente luchase por ideas, no es más que un caudillo.

2. Siempre deben existir ambos elementos: una gran idea a la que se sirve, y el amor personal al séquito.

3. A la mujer le incumbe una misión para la redención del varón y una misión para la redención de la cultura actual.

4. Queremos llegar a ser íntegramente lo que Dios ha previsto para nosotros desde la eternidad, no solamente a causa nuestra, sino a causa de Dios, de aquellos que Dios nos ha confiado o nos confiará alguna vez. En la medida en que hayamos llegado a desarrollar plenamente lo eterno en nosotros, seremos capaces de educar a otros.

5. ¿Qué es lo eterno en la mujer? Lo que llamamos maternidad. O con otra formulación: la sencilla y vigorosa servicialidad enraizada en Dios, es decir, lo eterno en lo femenino, lo eterno en la religiosidad femenina.

6. Intencionadamente he sustituido la palabra "maternidad" por "servicialidad". En esta palabra resuena más la austeridad, más vigor. La palabra "maternidad" está de moda. Hoy se trata de encubrir todo lo misterioso y oscuro bajo el concepto de maternidad. Por consiguiente será mejor usar la palabra "servicialidad". Así se nos ha presentado también la Madre de Dios.

7. ¿En qué formulación encontramos reproducido lo eterno de la religiosidad femenina? Ecce Ancilla Domini… O en la otra expresión: sencilla servicialidad enraizada en Dios.

8. No solamente "una servicialidad divinizada", no, una servicialidad insertada en Dios. En esto suena una muy fuerte protesta contra la desacralización del mundo actual.

9. Servicialidad es siempre algo muy vigoroso. Implica un servir desinteresado y una gran magnanimidad.

10. Si reducimos este hecho a los últimos principios filosóficos, vemos en esta silenciosa y vigorosa servicialidad un reflejo de lo eternamente maternal en el Dios omnipotente, la maternidad eterna, la eterna servicialidad de Dios. Esta reflexión despierta un respeto muy profundo ante la verdadera y auténtica modalidad femenina.

11. Toda la actividad del Dios Trino: su actividad creadora, redentora y salvífica, es una única, grande, desinteresada y magnánima servicialidad.

12. Dios nos ha creado para servirnos. Él nos mantiene en nuestro ser. ¿Por qué? Para servirnos. Dios gobierna y conduce al mundo, dirige el pequeño y el gran destino del mundo y de los hombres. ¿Por qué? Es siempre el mismo espíritu: lo eterno en la mujer, la sencilla servicialidad, la silenciosa y vigorosa servicialidad.

13. ¿Cuál es la esencia de la redención cristiana? Es la redención que nos mereció Cristo. Él nos incorpora en Sí: quiere redimirnos. Nuevamente tenemos aquí la silenciosa y vigorosa servicialidad del gran Redentor.

14. Si existe lo eterno en la mujer, entonces lo eterno de la religiosidad femenina debe abarcarlo y ennoblecerlo. Lo eterno de la religiosidad femenina debe tener una misión extraordinaria también frente al hombre y aun en las corrientes religiosas actuales.

15. Cuando un ser humano —también el hombre— quiera trabajar en la educación de un modo fecundo y con éxito, debe apropiarse de lo eterno en la mujer. ¡Fíjense en Pablo! De él está escrito: quisiera llegar a ser todo para todos. Fíjense en el Salvador: lava los pies a los suyos…

16. La educación se hace absolutamente imposible cuando no se atenúa el orgulloso señorío. Puede haber un caudillo, pero el auténtico dirigente es impensable sin lo eterno en la mujer, sin esa servicialidad desinteresada.

17. Si el hombre no se apropia de lo eterno del ser y de la religiosidad femenina, es sólo un educador a medias. Él necesita apropiarse lo eterno en la mujer. Aplíquese esto al sacerdote, al esposo, es más, a todos los hombres, también a los jóvenes.

18. Vinculación y dinamismo son dos elementos que siempre han producido tensiones en la historia y que a través de todas las épocas han hecho historia. ¿Dónde se encuentran en forma típica la vinculación y el dinamismo? La vinculación es típica en la naturaleza de la mujer y el dinamismo, en la naturaleza del varón.

19. Lo eterno en la mujer debe liberar y redimir en el varón lo que es inestable y está sometido a las fluctuaciones de la época. Y lo eterno en el varón, con el tiempo, debe liberar y redimir en la mujer lo que en ella está relacionado con la época.

20. El movimiento feminista moderno corre el riesgo de minar y colocar en el fondo lo eterno en la mujer. A causa de que la mujer ha sido arrancada del hogar —su dominio propio— y llevada como un torbellino a la vida pública, donde debe librar la lucha por la existencia, resulta que ahora se debe reflexionar acerca de la particularidad propia del hombre y de la mujer. Pues la mujer, en esta lucha por la existencia, se enfrenta con el adversario en su existencia.

21. No es solamente una lucha exterior, sino también una lucha del alma, una lucha espiritual. Las relaciones entre el hombre y la mujer deben ser nuevamente revisadas y reducidas a principios últimos. Y ahí escuchamos en la controversia, expresiones contra las que uno se rebela. Por un lado, "servicialidad", y por otro lado "dominio".

22. La mujer lucha por conquistar una posición equivalente a la del hombre en la vida pública, y confunde fácilmente equivalencia con igualdad. Aquí tenemos que admitir también que la hombría exagerada a veces, quizás también a menudo, ha conducido a una orgullosa tiranía, rígida, en desventaja de la magnanimidad, de la servicialidad, en desmedro de la vigorosa servicialidad.

23. Esta silenciosa y vigorosa servicialidad, este servir tranquilo y desinteresado, es esencialmente distinto a cierta concepción que hace de la mujer un juguete, la esclava del hombre. A esto último la mujer se resiste, y con razón.

24. Solamente donde opera un servicialidad oculta, silenciosa y fuerte, se hará posible la vinculación interior del educando a nuestra personalidad y la transmisión de esta vinculación al Dios trino.

25. La mujer no está vinculada al hombre en la última raíz de su ser, al menos no necesariamente; pero necesaria es la magnanimidad en la servicialidad. Con esto hemos caracterizado la maternidad, no solamente como maternidad física, sino esencialmente como maternidad intelectual y espiritual.

26. Cuando la silenciosa y fuerte servicialidad, la vigorosa servicialidad, está concentrada en el varón —en el matrimonio— no debemos confundir la palabra "servir", con atender. Hay en esto una gran diferencia.

27. La tendencia peligrosa está en que a causa de la subvaloración de la mujer, se busca en toda la línea su masculinización o se trata de hacer entrar en juego atractivos unilateralmente femeninos…

28. La mujer que quiere encarnar el tipo masculino, que aspira a la masculinización, arrastra con ello cada vez más hacia abajo a la cultura actual, colaborando en la deshumanización de la humanidad, de la cultura de hoy.

29. Actualmente hay tanta confusión en el mundo porque no se reconoce lo eterno en la mujer. Toda nuestra educación, en definitiva, debe tender a salvar la naturaleza de la mujer para una nueva época.

30. Si solo lográramos educar una joven, una joven auténtica ¡qué gran trabajo habríamos realizado en pro de la cultura! Ustedes pueden estar seguros: el demonio sabe lo que hace dejando que se destruya lo eterno en la mujer.

31. No solamente gobernar, conducir y guiar, sino servir desinteresadamente, con respeto, entregarse en amor, ser alma, animar por doquier; también allá donde hayamos esparcido grandes ideas. Este es el ideal del educador.

32. Aprendamos a estar orgullosas de lo grande que encierra nuestra naturaleza, e infundamos este orgullo en las que nos están confiadas.

33. Quien quiera orientarse acerca de la verdadera feminidad, encontrará desesperadamente pocos modelos en los que pueda estudiarla. La mayoría ha adoptado en demasía el espíritu moderno. Si ustedes quieren fijarse en la figura de María, encontrarán el ideal totalmente encarnado.

34. ¡Como nos equivocamos si como educadoras y mujeres creemos mejor no cultivar tanto el amor a María…! Si ustedes renuncian a la Madre de Dios, renuncian a formar lo eterno en la naturaleza femenina.

35. Si renuncian a la Madre de Dios, les pregunto: ¿cómo pretenden devolver a la actual generación la vigorosa conciencia de su auténtica grandeza femenina?

36. En la Madre de Dios tenemos el modelo de la auténtica y verdadera maternidad. Vayamos a su escuela. Ella es nuestra Madre, nuestra Madre sacerdotal. Ella ha confirmado su silenciosa y fuerte servicialidad, no sólo ante su Hijo unigénito, sino también ante nosotros… ¡Cómo da alma a todo lo que Dios ha depositado en germen, en nosotros!

37. Haciéndola Madre de Dios, le ha regalado una gran medida de poder sobre su propio corazón y un grado inagotable de bondad y sabiduría de educadora y dirigente.

38. La Madre de Dios es rica en amor, tan rica que puede derrocharlo porque su corazón le pertenece totalmente a Dios. Y un corazón que pertenece íntegramente a Dios, pertenece también íntegramente a los hombres, ya no se pertenece a sí mismo.

39. El amor nacido de Dios lleva en sí el sello de la eterna fidelidad. Por consiguiente, la bienaventurada Virgen, a pesar de toda su felicidad, no podrá olvidar por toda la eternidad a aquellos que el Salvador le ha dado como hijos.

40. La esencia de la querida Madre de Dios era y es el servir desinteresadamente a la vida.

miércoles, 8 de febrero de 2012

El ideal de la mujer (3)


(Finalizamos hoy la publicación del texto de una conferencia que el Padre Kentenich dictara en la Jornada Pedagógica de 1934 ante sacerdotes y educadores. Véase Nota previa en la entrada al BLOG del miércoles 25 de enero de 2012. Repetimos aquí la DISPOSICIÓN de toda la conferencia.)  

DISPOSICIÓN

La Santísima Virgen vence también la herejía antropológica de la época actual.

El ideal de la mujer a la luz de la filosofía de la cultura
a. Elaboración de una base
- Primera base errónea: el varón como medida
- Actitud de Cristo

Principios del catolicismo en relación con la mujer:
Principios de personalidad, santidad y virginidad

-          Segunda base errónea: Sexualización

La base correcta: La teoría de la complementación

Descripción externa:

Predisposición a lo personal, espiritual y maternal
-  Predisposición a lo personal
-  Predisposición a las cosas del alma
-  Predisposición a lo maternal

b. Descripción de la particularidad femenina: Descripción más profunda
- Más intuición
- Más elemento "alma" en el amor
- Más tendencia a lo maternal
- Más relación con la vida

Esencia de la mujer: Fórmula sintética



TEXTO DEL PADRE KENTENICH


Tercera parte

Descripción de la particularidad femenina: Descripción más profunda

En este punto sólo puedo hablar de un fuerte "plus" o "más". Porque todos los valores que posee la mujer los tiene también el varón y viceversa. Sólo se trata de un "plus".

Más intuición

La mujer tiene, por naturaleza, una inclinación más fuerte a la intuición. Vale la pena que aquellos que quieran estudiar este tema rastreen un poco en las corrientes filosóficas modernas. Esto reviste hoy una importancia especial. Precisamente las corrientes actuales quieren orientarse fuertemente hacia lo irracional. Pero aunque se muestren muy viriles, son sin embargo extraordinariamente blandas. Y esto es lo irracional. Y de esta manera se plantea la cuestión del tipo del pensamiento actual.
El pensar femenino es muy fuertemente intuitivo y el masculino muy fuertemente reflexivo. Naturalmente esto se debe interpretar de tal manera que no se excluya lo contrario: hay varones que son más intuitivos que muchas mujeres y viceversa. No debemos cortar todo con la misma tijera. Simplemente hay una tendencia más fuerte. Sólo debo saber cómo se tiene que desarrollar la disposición natural.

Más elemento "alma" en el amor

La vida y la particularidad de la mujer tienen un "plus" de amor impregnado por el alma, del elemento "alma" en el amor. La dimensión del amor en la naturaleza femenina está ante todo espiritualizada. La dimensión del amor del varón es por naturaleza ruda, orientada ante todo hacia el cuerpo, lo corporal, lo que no es espíritu. En esta área tenemos una gran labor educativa por realizar.

Cuando tengan que educar niñas y jóvenes no piensen por favor: "Debemos tener mucho crecimiento demográfico y por eso hay que aflojar en la educación". ¡No, no aflojar! ¿Tenemos que ponernos firmes para que no tengamos mucha gente sin pan? No, sino por otra razón: no debemos infringir las leyes del ser.
¿Saben por qué existe ese "plus" en la naturaleza femenina? Dos son las causas: en primer lugar, la naturaleza femenina ya por su ser tiene una predisposición más fuerte al sentimiento de pudor y, en segundo lugar, hacia al altruismo. Si esto realmente radica en su naturaleza, entonces tenemos que estar orgullosos de ello. ¡Conciencia del propio sexo! No tener miedo de ser pudorosas. Al contrario, aquí tengo una tarea, debo dar ejemplo de cómo vivir pura y clásicamente el ser mujer.

La educación que impartamos debe apuntar a esta meta. No digamos simplemente: "Yo también hago la mezcolanza de sexos. Queda bien hacerlo, y además, uno parece muy inteligente, etc." ¿Se dan cuenta cuán errónea es esta actitud? Una verdadera educación debe formar una marcada conciencia del propio sexo y el sentimiento del pudor. ¿Advierten cómo agravamos la mezcolanza de sexos si no educamos conscientemente en la mujer ese sentimiento de pudor extraordinariamente delicado?

Aquí tienen material para largas reflexiones y para examinarse a ustedes mismos. Es simplemente equivocado preguntarse siempre si tal o cual cosa es pecado. No, tenemos que observar las leyes del ser y obrar con una actitud sana y consciente del alma. Poseer el sentimiento del pudor es parte fundamental del alma de una joven. Ya les dije cuán importante es el sentimiento femenino del pudor, y precisamente para salvar al matrimonio.

Repito: la manera de ser femenina está predispuesta por naturaleza al sentimiento de pudor y al altruismo. Esto vale si ella no está corrompida. No describo cómo son las mujeres de hoy, sino cuáles son las predisposiciones germinales en su naturaleza. Ambas cualidades, sentimiento de pudor y altruismo, están arraigadas en la mujer cuando ésta ha conservado su nobleza.

Examinen cómo es la realidad: hay dos que quieren casarse. El joven piensa: "Vamos a ver si logro ser feliz". Y la joven se dice: "Vamos a ver sí logro hacerlo feliz. Eso es lo que cuenta." Pero es un error que el joven siga sin más ni más sus predisposiciones y la joven haga lo mismo. Ambos sexos deben cultivarse y desarrollarse a partir de sus predisposiciones germinales. ¡Conciencia del propio sexo! "Yo como mujer puedo estar orgullosa de mi sexo y no necesito echar mano de la masculinidad. ¡Gracias a Dios! Por eso hago todo como corresponde a mi naturaleza".

Más tendencia a lo maternal

Busquemos otros elementos. ¿Qué subyace en la naturaleza femenina? También un "plus" de fuerza creadora del alma. Vale decir, un "plus" de tendencia a lo maternal. La razón es que en la mujer, cuando ha conservado su nobleza, existe una ilimitada capacidad de sufrimiento. La grandeza de la mujer estriba en su capacidad de sufrir. No debemos arrebatarle esa capacidad de sufrimiento. Toda su riqueza reside en su capacidad de sufrir, su disposición y prontitud para el sufrimiento. El que no tome en cuenta esta realidad educará cabezas de chorlito pero no las personas que precisamos, no podrá educar las madres del pueblo que hoy se necesitan. No debemos formar muñecas, juguetes, sino verdaderas mujeres auténticas. Y ello se mide en su capacidad de sufrimiento, en su disposición y prontitud para el sufrimiento.

Más relación con la vida

La mujer tiene en su naturaleza un "plus" de relaciones con la vida. Ya desde el punto de vista fisiológico. Precisamente porque ella está tan cerca de la vida, del engendramiento de la vida.
Y también en lo netamente espiritual tiene un "plus" de relaciones con la vida. Por eso la mujer posee por naturaleza —hoy ya no tanto— una sensibilidad mucho más fuerte, una tendencia a la comprensión personal. El varón se inclina más a la comprensión objetiva. La comprensión puramente personal abarca los siguientes pasos: capto el ritmo de vida de mi interlocutor, creo en la misión del bien en mi prójimo y sé destacar, mediante una comprensión bondadosa, lo auténtico y lo bueno. Todas estas cosas son excelencias que se encuentran depositadas germinalmente en la femineidad. ¿No les parece que sería mejor desarrollar esa manera de ser de la mujer en lugar de que ella sea arrastrada por el varón?

Esencia de la mujer: Fórmula sintética

¿Cuál es el núcleo esencial de la manera de ser de la mujer, resumido en una fórmula sintética? Lo maternal-virginal. La esencia de la mujer es virginal-maternal. Lo que les digo surge de la observación de la vida. Lo virginal y lo maternal es propio de todas las mujeres. También la mujer casada posee la sensibilidad para el valor de la virginidad. A su vez, lo maternal es parte de la esencia de la virgen, de la religiosa. Lo maternal-virginal es entonces un genuino rasgo esencial de la mujer.

Aquí tenemos puntos de partida para introducirnos en el mundo de la devoción mariana. Desde el punto de vista puramente dogmático, la santísima Virgen es ciertamente la madre carnal y la incomparable esposa espiritual del Señor. Virginal-maternal, Virgen Madre. Este es el principio de la esencia de la mujer.
Empleando una terminología más moderna podemos decir que la virginidad es un conservarse y la maternidad un regalarse. Conservarse significa ser un "huerto cerrado", estar cerrado allí donde tenga que estarlo y sin embargo abierto para entregarme. Ahí tienen, brevemente, un enfoque moderno del tema que nos ocupa.
Todo lo que estudiamos sobre servir y ayudar maternal y virginalmente ha preparado el terreno para las reflexiones de mañana: ¿Cuál es el ideal de la mujer a la luz del ideal de María?

¿Cómo se relacionan orgánicamente lo virginal y lo maternal? ¿Pertenece lo maternal a la esencia de la virginidad? ¿Pertenece lo virginal a la esencia del ser madre? Deben tener un conocimiento vital y claro de estas cosas. Tienen que luchar con entusiasmo por este conocimiento.


(Se sugiere completar la lectura de este tema en el libro: “EDUCACIÓN MARIANA PARA EL HOMBRE DE HOY” del Padre José Kentenich – Colección Grandes Jornadas, editado por Editorial Patris, Buenos Aires 1990)