miércoles, 1 de febrero de 2012

El ideal de la mujer (2)



(Continuamos con la publicación del texto de una conferencia que el Padre Kentenich dictara en la Jornada Pedagógica de 1934 ante sacerdotes y educadores. Véase Nota previa, DISPOSICION y la primera parte en la entrada al BLOG del miércoles 25 de enero de 2012).


TEXTO DEL PADRE KENTENICH

Segunda parte


b. Descripción de la particularidad femenina

Así pues nuestra tarea consistirá en mostrar, a la luz de la filosofía de la cultura, en dónde reside la originalidad de la manera de ser femenina. Tenemos que hacer dos reflexiones. Una más bien externa y otra más profunda.

Descripción externa:

Predisposición a lo personal, espiritual y maternal

Puedo decirles que la particularidad original de la mujer es la fuerte predisposición a lo personal, a lo espiritual y a lo maternal.

Está predispuesta fuertemente a lo personal. El varón está fuertemente predispuesto a lo objetivo; la mujer más a las cosas del alma, el varón más al mundo de las ideas; la mujer a lo maternal, el varón a lo utilitario.
Ahora ustedes ven los contrastes. Pero también deben decirse: "Las líneas divisorias se confunden". Es difícil decir: "Hasta aquí llega una y hasta aquí la otra". Por eso unas veces se constata una fuerte inclinación hacia un lado y otras hacia el otro. Si quieren tener una visión clara de las cosas no digan: "varón y mujer" sino "principio femenino y masculino".
Esta es la presentación del tema desde el puro punto de vista de la filosofía de la cultura.

Predisposición a lo personal

La mujer tiene una fuerte predisposición a lo personal. ¿Hasta qué punto es cierto? Queremos liberarnos de la mescolanza de sexos. Para ello tenemos que educar una marcada conciencia del propio sexo. Lamentablemente hoy tenemos que abordar estos temas de manera reflexiva. Pero no debería ser así. Más bien deberíamos ver todo de modo instintivo.

Yo debo tener la conciencia: "Estoy orgulloso de pertenecer a este sexo". Hay que reconocer que muchas mujeres se avergüenzan de ser mujer. Y no sólo porque no puedan llegar al sacerdocio. Lo que se esconde detrás es el sentimiento: "Me avergüenzo de mí misma, de ser mujer". Debemos acentuar el orgullo por el propio sexo. Lo mismo vale para el otro bando. Que el joven esté orgulloso de poder ser varón.
Por lo tanto ¡conciencia de sexo! Para lograrlo tenemos que estar profundamente educados o formados, o bien poseer un instinto para ello. Si no tengo un respeto instintivo por el valor original de cada sexo entonces deberé formarme. Hay que tener en cuenta que esto no consiste tanto en palabras cuanto en la manera de vivirlo en la práctica. Y si logro vivirlo, no tengo de qué avergonzarme.

Si noto que el instinto de lo personal es en mí más fuerte que en el varón, si bien la diferencia no es tan grande, entonces debo aceptar esta realidad y no rechazarla. En la naturaleza de la mujer existe un instinto mucho más fuerte en esta área de lo personal pero también una fidelidad mucho más fuerte en lo que hace a las sanas vinculaciones personales.

Por otra parte debemos reconocer que en este instinto de la mujer de establecer vinculaciones personales existe un gran peligro. La razón puede confundirse, la fantasía y la afectividad desbordarse. Ahora bien, debo tener presente que si una mujer se siente vinculada a mí, entonces tengo una gran tarea. Recuerden lo que hablamos sobre la fuerza creadora de la vinculación. Ella es un arma peligrosa. Conmigo se afirma o se derrumba toda la parroquia que esté vinculada a mí. Será arrastrada conmigo a la ruina o conducida hacia las alturas. Cuanto más me haya creado Dios para ser jefe, tanto más grande es la responsabilidad de ser un hombre de elevado espíritu y llegar a ser lo que Dios quiere hacer de mí a partir de lo que Él me ha confiado.

El conocimiento de estas realidades no disminuye nuestra responsabilidad. Debemos tener en cuenta estas leyes y con mucha más razón en una época en la que la personalidad vuelve a aparecer con mayor intensidad en el primer plano. No se pueden simplemente cortar lazos y deshacerse de la gente sino que hay que respetar estas leyes.

Queda como tarea principal desarrollarme de tal manera que la gente vea y experimente en todo mi ser un "sursum corda". Cuanto más pueda ser jefe, p.ej. estar al frente de una parroquia, ser dirigente, etc., tanto más deberé servir mediante una jefatura totalmente desinteresada y de elevado espíritu.
Educación de una conciencia muy marcada del propio sexo: hay que educar a la joven para que se sienta orgullosa de ser así. Pero también señalar los peligros. Especialmente allí donde yo mismo ejerza directamente la tarea de educador y tenga derechos paternales o maternales, deberé ver mi responsabilidad con absoluta claridad.

Predisposición a las cosas del alma

Prosigamos. La naturaleza femenina tiene una fuerte predisposición a las cosas del alma, el varón más al mundo de las ideas. También en este punto deben tener una visión clara de las cosas. Al menos así es como debería ser. Conocemos aquel ejemplo del varón que debía decorar una habitación. Dispone de todos los materiales. Trabaja y trabaja pero no logra que el ambiente resulte acogedor. Viene entonces la mujer, mira un poco, da algunos toques y el ambiente se vuelve acogedor. Así debería ser, y así suele ocurrir muy a menudo.

Repetimos: educación de la conciencia del propio sexo. La mujer tiene esa predisposición natural a las cosas del alma pero en la actualidad no se halla tan desarrollada. Por eso la acentuamos.

Predisposición a lo maternal

La mujer está orientada a lo maternal, a la fuerza creadora, y quiere servir a la vida. Si señalamos que la conciencia del propio sexo y la conciencia de la misión de mi propio sexo son necesarias para superar la mescolanza de sexos, entonces los objetivos son los siguientes: como mujer me sentiré orgullosa de mi particularidad. Y por otro lado, yo como sacerdote, procuraré cultivar mi propia particularidad. Asimismo cuidaré de que la disposición natural de los que me fueron confiados se desarrolle más y más, en nuestro caso siguiendo la línea de la particularidad femenina.


(Continuará en la próxima semana)

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