miércoles, 21 de marzo de 2012

Nuevos padres, nuevo mundo (2)


(Nota previa:  Ver la nota previa del miércoles 14 de marzo de 2012 y la DISPOSICIÓN de toda la charla que se incluye también en la entrada del día 14 de marzo.)

TEXTO DEL PADRE FUNDADOR


C. SEGÚN EL MODELO DE 1912

Si después de todo lo dicho pensamos en el acta de pre-fundación, y si podemos decir que renovamos en nuestros pensamientos y con nuestra voluntad el acta de pre-fundación, entonces podremos pensar que viven según ella, evidentemente a un nivel superior como ahora veremos. ¿Qué es lo que nos dice el acta de pre-fundación? Ahora notarán porque yo antes les hablaba tanto del reino del padre. ¡Intenten penetrar ahora en el acta de pre-fundación! Pero antes una observación previa: el acta de pre-fundación estaba dirigida a una juventud que vivía en aquellos tiempos en la edad del pavo. Permítanme que añada lo siguiente: los que conocen convenientemente la estructura del mundo actual pueden fácilmente asegurar que toda la comunidad humana como tal vive hoy en los años del crecimiento, mejor dicho, en una verdadera edad del pavo. 

También nosotros que ya nos hemos hecho mayores: conservamos algunos restos de una hombría madura, pero en general la humanidad actual se mueve en su totalidad en los años del desarrollo, en la edad del pavo.
¿Por qué lo digo? El acta de pre-fundación estaba dirigida expresamente a los de esa edad. Y todos nosotros estamos ahí, tanto si somos sacerdotes como si somos laicos. Por lo menos debemos contar con que algunas reminiscencias de la edad del pavo se hayan despertado de nuevo en nosotros o estén a punto de hacerlo. Aunque pensemos que las dificultades pasaron y que los receptores fueron los jóvenes de entonces, su contenido va dirigido especialmente a nosotros. Oigan la formulación: “Bajo la protección de la Madre de Dios queremos autoeducarnos como caracteres libres, fuertes y sacerdotales.” – [El Padre Kentenich lo formula aquí de forma libre. En la citada acta dice exactamente así: “Bajo la protección de María, queremos aprender a educarnos a nosotros mismos, para llegar a ser personalidades recias, libres y sacerdotales.”] – Se dan cuenta; a partir de todo lo que hemos dicho, pueden ustedes figurarse que en estas expresiones se encierra todo un universo. Y en verdad que todo el contenido sigue siendo la línea fundamental para todo el desarrollo de la Familia, para el desarrollo espiritual y del carácter de toda la Familia.

¿Será que se trata de un movimiento por la libertad? No es difícil comprender, y ya lo descubrirán los llamados a ello, que en realidad la historia de la Familia es en verdad un auténtico movimiento por la libertad: una historia de libertad, que ya asumió y pre-vivió en sí misma y con anterioridad las libertades que trajo el Concilio; un movimiento por la libertad en el que también la iglesia, la iglesia postconciliar puede de alguna forma orientarse. Pero tienen que verlo y valorarlo. Solo necesitamos pensar por un momento en la nueva orientación dada a la obediencia con respecto a otros tiempos: se comprende hoy mejor como un movimiento de libertad como un movimiento de vinculaciones. Así podríamos seguir pensando y hablando.

El ideal pedagógico del hombre, padre y jefe

Este se ha desarrollado con el devenir histórico del Movimiento. Tomemos cada una de las palabras en la mano. ¿Cuál es según ello la meta de cada uno de los miembros de la Familia? La meta de la educación se nos muestra aquí mucho más clara que en el acta de fundación; en el acta de fundación se da por sobreentendida.

¿Cuál es entonces la meta? ¿Qué es lo que todos nosotros debemos llegar a ser? En primer lugar escuchamos la palabra “sacerdote”. Pasemos a explicar la palabra: Fue una semilla la que entonces se plantó en la tierra! ¿Cómo se desarrolló esa semilla? ¿Caracteres sacerdotales? En primer lugar es la palabra sacerdotal la que quiere ser captada en su sentido más profundo.

Así fue en el año 1912. Y si seguimos pensando en el transcurso de los años siguientes, yo podría elegir por ejemplo hasta el año 1962. Aunque será más práctico pensar hasta el año 1956. Fue entonces cuando en la rama de sacerdotes de nuestro movimiento surge la expresión: “carácter sacerdotal”. ¿Y qué significa esta expresión? Paternitas, paternidad en el sentido más amplio de la palabra. Nuestra joven comunidad de sacerdotes, la nueva “pars motrix et centralis”, ha escogido el ideal de su comunidad: “comunidad del Padre y de padres”. Ustedes comprenden por qué yo traigo al respecto tantas expresiones.  Quisiera intentar que comprendieran lo que significa la palabra “reino del padre” y que este “reino del padre” estaba ya presente, por lo menos en su núcleo, en las semillas que el Buen Dios introdujo en la tierra madre de la Familia. En aquellos tiempos las expresiones “sacerdotal” y “caracteres sacerdotales” se entendían más en el sentido estricto de la palabra porque la juventud a la que estaba dirigida tenía ante sí el ideal de ser sacerdotes. ¡Caracteres sacerdotales! Si ustedes se fijan en los años posteriores, cuando Schoenstatt se desarrolló fuera del internado, cuando se surgió lo que llamamos Movimiento de Schoenstatt o la congregación mariana original, cuando se mostró como la Obra de Schoenstatt, entonces, ¿qué pasó? Me refiero a los años 198 y siguientes.

Schoenstatt se desarrolla cada vez más: 1933, 1934 ……, so ofrecen cursos pedagógicos sobre la forma de educar a la juventud de entonces. ¿Y cómo se muestra entonces el ideal, el ideal de un jefe? Ahí tienen las expresiones: “Paternidad sacerdotal” y “Maternidad sacerdotal! Observen: se trata siempre de las expresiones centrales, que siempre se conforman de forma distinta, pero que una y otra vez surjen hats que se cristaliza en toda la Familia el gran ideal: La Santísima Virgen quiere formar un reino del padre desde Schoenstatt para los tiempos venideros, para la iglesia de las nuevas playas en su doble aspecto: con su carácter sobrenatural y con su carácter terrenal.

 a. El hombre de una paternidad sacerdotal

¿Qué significa esta expresión? ¿Puedo repetirlo? El ideal de un jefe, el ideal de un auténtico jefe; ¿no es verdad, que todos los hombres, y especialmente cuando nosotros queremos casarnos, que todos nosotros debemos encarnar el ideal de jefe? O lo que es lo mismo: ¡Paternidad sacerdotal! Desde la perspectiva de los círculos pedagógicos generales de entonces se entendía esta expresión más en el sentido figurado de la palabra.

- Interpretación filosófica

Nosotros la ajustamos ya entonces al sentido más estricto de la misma. “Sacerdotal” en el sentido de un anclaje absolutamente seguro en el más allá, metafísico. Como una paternidad que está anclada en el mundo del más allá, aunque solo sea visto desde el punto de vista metafísico o de las ideas. Porque la paternidad – “Paternitas” – encierra siempre en sí misma la idea de una fuerte invariabilidad. Lo explicaré después más ampliamente. Ese es el hombre, el que está anclado en otro mundo, que no es dependiente, que no es una pelotita de juego de la opinión pública.

- Interpretación teológica

“Sacerdotal”. Es verdad que yo en aquel entonces “sobrenaturalicé” inmediatamente la expresión conocida de “paternidad sacerdotal” pensando en los jefes; porque teniendo en cuenta que nosotros todos como miembros del Corpus Christi Mysticum participamos de alguna forma en el sacerdocio del Redentor, en cierto sentido, tomamos parte de la función de la Cabeza del mismo. Aunque parezca extraño lo que yo digo ahora, piensen que lo estoy diciendo para las futuras generaciones. Comprendan por favor, reflexionen por favor, sobre cómo en las palabras “carácter sacerdotal” se nos muestra cada vez mejor la gran idea que lleva consigo: ¿Qué significa ser jefes? ¿Qué significa sacerdotal? ¿Cuál es el sentido más profundo del sacerdocio? ¡Una marcada paternidad!

b. El hombre: niño y padre

Esta paternidad sacerdotal debe ser también el gran ideal en toda la educación del hombre. O sea, el ideal para cada hombre en la Familia. ¿A qué me refiero? ¿En qué estoy pensando? Me parece que esto solo lo puede entender aquel que vive plenamente en la tradición pasada. Fue ya hace mucho tiempo cuando nosotros elaboramos la metafísica del alma de la mujer y del alma del varón. En aquel entonces sonaba bastante claro y definido. Suena de una forma singular: el ideal del hombre, tal como está implantado en la naturaleza del varón, dice así: “¡puer et pater!” ¡niño y padre! Tal como nosotros lo desarrollamos en el transcurso de las décadas pasadas.  De nuevo una demostración de cómo la Familia en su desarrollo permaneció siempre en los pensamientos centrales importantes. Más tarde se explicó: nadie puede ser padre, sino es a la vez niño. ¡Es el ideal de la educación!

- Una observación pedagógica

Se insiste hoy en que a los jóvenes varones no se les debe hablar de la filialidad. Puede ser cierto que no sea conveniente comenzar así. Se necesita algún tiempo para que se capte el tono. Pero el tono de los instrumentos secundarios gusta también a la juventud; y más aún si a la vez yo puedo hablar del “padre”. Ustedes pueden ir a donde quieran: allí adonde se ha asentado la vida moderna, nadie quiere saber nada más del padre, y mucho menos los padres mismos. Están cansados de ser maltratados por la opinión pública. Ser amigos, es lo máximo a lo que acaso aspiran. Ni siquiera tienen la valentía de aparecer como amigos de sus hijos.

c. El hombre y padre: transparente del Padre Dios

¿Comprenden ahora lo que les quiero decir? Ahora captan ustedes cómo en la expresión “caracteres sacerdotales” se puso una semilla en la Familia, que ha traspasado después toda la historia de la Familia, desarrollándose como un gran ideal; un ideal también para el hombre: ¡reino del padre! Ahora quiero decir también, que si todas las comunidades femeninas se han sacrificado y se siguen sacrificando hasta el máximo para que surja un reino del padre, este hecho significa  (y ellas lo saben muy bien) que:
El reino del Padre celestial no podrá venir, de todos modos no en una gran medida, si al menos nuestras ramas de hombres no imitan la paternidad del Dios vivo, si no son transparentes de esta paternidad del Dios eterno.

Esto se ha tratado ya en muchas ocasiones en nuestros grupos, que la paternidad del padre en la tierra es en primer lugar una expresión de la paternidad de Dios; en segundo lugar, el gran medio para inculcar al niño la paternidad de Dios y, por último, en tercer lugar también un seguro permanente de la imagen del Padre, de la imagen del Padre de los cielos, para los hijos durante toda su vida.

¡Con cuánto gusto me quedaría aquí! ¡Ustedes notan cómo yo vibro formalmente, para hacerles captar estas cosas! Miren, nosotros todos debemos ser mucho más previsores después de todo lo que hemos conquistado en el transcurso de los años. También los jóvenes dirigentes de la Familia deben captar todo esto. Para ellos vale lo siguiente: ¡ellos deben de vivirlo, deben de nadar totalmente en esa corriente para que los demás lo puedan captar! No quedarse en un par de nimiedades, en un par de hermosas ideas. Semejantes ideas no son de mucha duración. Lo que Dios nos ha regalado en el desarrollo histórico durante los años pasados ……………… “¡Lo que habéis heredado de vuestros padres, conquistadlo para poseerlo!" 

¿Entonces cuál es el ideal? ¡Sí, el ideal! Ahora ¿a quién me puedo dirigir? ¿A los jóvenes que quieren pertenecer a la Familia? ¿Cuál es el ideal para nosotros, para los que andamos ya en una edad madura, para los que nos encontramos ya en la ancianidad? ¡La unión esencial entre una filialidad sana, auténtica, y profunda ante Dios y una paternidad como reflejo del Padre eterno ante el mundo!

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