miércoles, 27 de junio de 2012

El ejemplo de San Juan Bosco



Hay todavía una actitud acerca de la que debo hablar. Es nuestra actitud fundamental en la educación, en la pastoral, que se determina esencialmente por la ley fundamental del mundo.

¿Cómo debe ser esa actitud? Toda nuestra actividad educativa no debe ser otra cosa más que la reproducción, la continuación de la ley fundamental del mundo, la continuación de la actividad creadora de Dios, de la actividad educadora y redentora de Dios. ¿Cuál es la actitud fundamental de Dios? La fuerza creadora del amor. Ésa debe ser la actitud fundamental también de mi parte: la fuerza creadora del amor. Antes hemos dicho, en lugar de ello, paternidad, paternidad sacerdotal. …………..

Permítanme que haga referencia al ejemplo, a la actitud, al temperamento de Don Bosco, de san Juan Bosco. Vale la pena, para nuestra pastoral, que examinemos el sistema educativo de Don Bosco. Sin lugar a dudas, es un genio. ¿Cuál era su secreto? Dos frases: su educación era educación a la alegría y de la alegría, y educación al amor y del amor. Si investigan acerca de él, encontrarán que prohibía a los suyos que trataran a los jóvenes con castigos corporales. Y no se trataba en este caso de jóvenes nobles sino de vagabundos y ladrones callejeros. Pero ¿cuál era para él el mayor castigo, y sólo lo entenderá el que conozca la psicología del amor? Que, a la noche, debiese negarle el saludo de las buenas noches a algún joven. ¡Qué delicada relación presupone que un joven vea un castigo en que no se le dé la mano, en que no se le diga buenas noches! Ésta es una típica pedagogía del amor.

¿Qué significa esto? Escuchen su testamento: si quieren que sus jóvenes sean virtuosos, educarlos a la obediencia, les aconsejo que procuren que la juventud los quiera, que les tenga cariño. Y háganlo de la siguiente manera: primero deben querer ustedes mismos a sus jóvenes. Pero no sólo quererlos: también deben sentir que ustedes los quieren. ¿Y cómo harán que ellos sientan que los quieren? Eso debe indicárselo el sano instinto.

A partir de lo que hemos dicho pueden entenderlo. El principio educativo esencial es la paternidad, la fuerza creadora del amor. ¿Cuál es el fundamento profundo de este hecho? Que el instinto primordial del hombre es el amor. Si he llegado a descubrir y a captar el instinto de amor del ser humano, podré arrastrar fácilmente a toda la persona hacia lo alto.

Por supuesto - y aquí me permito hablar como pedagogo - este amor tiene también sanos límites. ¿He de mencionarles dos límites? Los mismos están contenidos ya germinalmente en el amor: tensión entre amor y respeto, tensión entre amor y fuerza.


(Tomado del libro "Las Fuentes de la Alegría", P. José Kentenich, Editorial Patris, Santiago/Chile, Págs. 299/300) 

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