miércoles, 20 de febrero de 2013

Dinamismo eclesial (2)


(Ante el anuncio de la renuncia del Papa Benedicto XVI, el autor de este Blog quiere traer a la consideración de los lectores del mismo algunas reflexiones del Padre Kentenich (de los años 1965-1968) sobre la Iglesia después del último Concilio. Hoy continuamos con la publicación de los textos iniciados la semana pasada.)


Una iglesia dinámica (continuación)

……….. Queda atrás una exagerada concepción tradicionalista y se camina hacia una concepción progresiva.

Hasta el momento, la Iglesia se había dejado inspirar por el pensamiento: tu es Petrus et super hanc petram aedificabo Ecclesiam meam ("Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia"). Se considera entonces a la Iglesia como una roca en medio del oleaje del tiempo. Aquel que quiera recibir la salvación de Dios, debe encontrar el camino hasta esa roca. De allí que existe un cierto aislamiento de la Iglesia en medio de la conmoción del tiempo moderno. La Iglesia ha estado y aún hoy sigue estando —así se afirma a menudo en la actualidad— casi como un bloque errático y aislado en medio del mundo. Y este mundo, en vez de esforzarse por alcanzar en su peregrinación esa roca, cada vez se aleja en el horizonte más y más de ella. Por eso buscamos un mayor dinamismo. Por eso nos desligamos de un conservadurismo rígido.

Si permanecemos en la imagen de la roca, tendríamos que decir que la Iglesia debe esforzarse por movilizar esta roca hacia el mundo moderno. Sospechamos lo que esto significa: una fuerte transformación del pensamiento eclesial. Y si la concepción de la Iglesia sufre transformación, entonces también debe sufrir una transformación el "sentire cum Ecclesia" (sentir con la Iglesia). Si en medio del oleaje y de las tormentas, la Iglesia, ahora más que antes, se sabe orientada hacia la más nueva orilla, quiere decir que el "sentire cum Ecclesia" debe impulsarnos a hacer nuestra esta concepción. Por lo tanto, es preciso despojarse de un exagerado aferrarse a lo antiguo, para lanzarse medio a medio en el oleaje del tiempo.

Con el fin de explicar un poco más los pensamientos que hemos formulado en forma esquemática, recordemos que en la actualidad la Iglesia ha preferido otras imágenes para describirse a sí misma. Con gusto se ve reflejada en la imagen de una barca. Es esa barca que en aquel tiempo era bamboleada de un lado a otro en el mar de Jerusalén. Una barca en la cual se encuentra el Señor, aunque nuevamente parece estar dormido. Una barca que no teme el ímpetu de las olas y que valientemente navega en el mar de la convulsionada vida actual. Una vez más: una concepción dinámica de la Iglesia que expresa el fuerte anhelo de que todo el mundo sea tocado por ella. Tal como Pío XII lo expresara en su tiempo, en su clásica formulación: la Iglesia primitiva estaba compenetrada de la conciencia de misión: ella debía ser alma de todo el mundo. Durante siglos, la Iglesia se esforzó por ser alma de un mundo limitado. Ahora, la Iglesia actual quiere ser en verdad alma de todo el mundo; de ese mundo que constantemente huye de Dios. Con ello se coloca en primer plano una pastoral de búsqueda: ¡nos lanzamos en el mar del tiempo!

Por cierto, fácilmente percibimos los peligros que entraña esta concepción.

Debemos contar con que muchas circunstancias y muchas cosas se harán problemáticas. Si la Iglesia tiene el valor de lanzarse en el océano, en el barco en el cual se encuentra el Señor, pero donde tantas veces parece dormido, entonces ¡qué grande es el riesgo que implica hoy en día ser miembro de esta Iglesia! ¡Cuán grande es la audacia que se exige hoy! ¡Qué inmensas exigencias se ponen! Una confianza magnánima en que el barco no va a ser víctima de la tormenta; una gigantesca confianza en que este barco va a ser capaz de dominar su tarea. Evidentemente tendrá la tarea de recoger, a derecha e izquierda, los náufragos que sea posible rescatar en esta barca. No serán ellos los que traten de buscar y alcanzar con gran esfuerzo el camino hacia la roca. No: ahora la Iglesia misma debe buscar a los que tambalean y titubean. En medio de esta tormenta, ella misma quiere atracar en todos los continentes y en todos los lugares para buscar a todos los que están llamados por Dios y quieren tener una habitación permanente en esta barca.

¿Captamos el cambio de perspectiva? ¿Comprendemos esta transformación del modo de sentir que se pone de manifiesto en una tal concepción? (…).

Por lo tanto ¿cómo se comprende a sí misma la Iglesia a partir del concilio? Inmediatamente debemos suponer que no en forma enteramente contraria a como lo hacía antaño. Su auto-comprensión esencial permanece. Pero podemos hablar, en este sentido, de diversas acentuaciones (…). Acentuaciones que Dios espera y exige a través de la situación actual.

(Continuará la próxima semana)

No hay comentarios:

Publicar un comentario