miércoles, 31 de julio de 2013

La meditación de la vida: tres preguntas claves


Si quieren considerar ahora el tipo más sencillo de meditación, se trata, como saben, de tres preguntas.
• En primer lugar: ¿qué quiere decirme Dios a través de aquello que ahora he reconocido con mayor claridad? Eso mismo quiero elaborarlo de nuevo interiormente. ¿Qué me quiere decir Dios con ello?

• En segundo lugar: ¿qué debo decirme a mí mismo? Se trata de una suerte de examen de conciencia: ¿cómo he comprendido esta verdad en lo que va de mi vida? ¿Cómo la he aprovechado? ¿Cómo la he aplicado?

• Y finalmente, la tercera pregunta: ¿qué le digo a Dios? Y esto es ahora lo principal: que aprendamos a hablar con Dios, que cultivemos una vida más profunda e interior, una comunión de a dos con Dios.

Éste es, de suyo, el sentido de la meditación. O, si ustedes quieren, la meditación tiene que ser una escuela de amor. Por eso la pregunta: ¿qué respondo a Dios? ¿Cuál puede ser la respuesta? Puede ser un acto de agradecimiento. Le agradezco lo que he descubierto. Puede ser también un acto de arrepentimiento; puede ser también un propósito; puede ser una petición. Ahora bien, no se trata de hacer una meditación muy metódica, sino tan sencilla y natural, como les resulte.
Si ustedes prefieren otro método de meditación, entonces, deben practicarlo. Pero deben tener presente que, lo más importante, no es el escuchar sino la elaboración interior autónoma, la elaboración vital y llena de amor.

(Texto tomado de: "Desiderio Desideravi", 1963.  Ver libro “Dios presente”, Editorial Nueva Patris, Chile, 2007)

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