miércoles, 24 de julio de 2013

La meditación de la vida

La metodología de la fe practica en la Providencia

Nota previa del editor del libro “Dios presente”, P. Rafael Fernández, Santiago/Chile:

Guiarse por la fe práctica en la divina Providencia, descubrir las puertas que ella nos abre, escuchando la voz del tiempo, del alma y del ser, comprobar que hemos acertado o no en nuestras opciones, requiere oración.

Por la oración y la meditación, entramos en contacto con el Dios de la vida, de nuestra vida. Por la oración, logramos "sintonizar" con el querer de Dios. El padre Kentenich nos entregó, en este sentido, un método particular de oración, a saber: la "meditación de la vida". Por la práctica de este modo de oración meditativa, entramos en comunión con el Dios de la vida y buscamos discernir cuál es su voluntad.

La "meditación de la vida" es un modo de meditar propio del padre Kentenich, distinto al benedictino o monacal, que consiste especialmente en meditar la Palabra del Dios en la Sagrada Escritura, (la Lectio Divina), y a otros métodos tales como el ignaciano, el carmelitano o el de la escuela francesa (Olier). Existe una semejanza entre el método que él propone y "la revisión de vida", que surgió en el siglo pasado y que ha ayudado a muchas personas a buscar la presencia de Dios en los acontecimientos o "hechos de vida"........... (Ver libro citado,páginas 327 y siguientes)


TEXTOS DEL PADRE KENTENICH:


Comulgar con el Dios de la vida

Texto tomado de: "Josefbrief", 1952.

La fe en la Providencia se ha probado entre nosotros, durante los años transcurridos, como una gran potencia de primer orden.
Se ha mostrado como una capacidad, como un órgano, y hasta como un instinto, que no sólo regala una seguridad instintiva para lo divino, sino que, también, como un ansia santa, insaciable, que ha visto y buscado, tomado y abrazado al Dios de la vida, en la cúspide de todas las cosas y de todos los acontecimientos —tanto de los más grandes cuanto de los más pequeños, de los más significativos cuanto de los más insignificantes, de los más ruidosos cuanto de los más silenciosos— a fin de celebrar constante comunión con la voluntad divina, de llevar a cabo la consagración del momento o bien de padecer el martirio de la fe en la Providencia.

Revisar y saborear

Texto tomado de: "Patres Exerzitien", 1967.

Nuestro método preferido de meditación consiste en revisar y saborear, en revisar y pos-gustar lo pasado. De suyo, esto debiera ser, entre nosotros, una actitud permanente, un hábito. A partir de cada realidad, por más ínfima que ésta sea, debemos saber ascender hacia el corazón misericordioso y bondadoso de Dios Padre. Mientras esto no se haya convertido para nosotros en una segunda naturaleza, queremos ejercitarnos en ello una y otra vez, hasta lograrlo.
Queremos ingresar en la escuela de amor, de la oración interior. No estamos limitados solamente por esta forma de meditación. No, podemos aplicar también todos los otros métodos de meditación. Pero dada la importancia que reviste introducir al Dios de la vida en nuestra vida, encontrarnos con el Dios de la vida en nuestra vida y responderle a partir de nuestra vida, entonces, pienso que, por un cierto período, debiese ser nuevamente nuestra ocupación predilecta revisar y descubrir, en el tiempo dedicado a la meditación, dónde Dios nos salió al encuentro en el día recién pasado.

En medio de la maraña

Texto tomado de: "Wektagsheiligkeit", 1937.

Hay quienes piensan que la oración meditativa está reservada para los sacerdotes y religiosos. Los laicos, y más aún los simples obreros, no serían capaces de ello ni estarían tampoco llamados a ello. Sin embargo, éste es un gran error. No solamente hay santos de la vida diaria tras los muros conventuales, no solamente los hay vestidos con el hábito religioso, sino también, y principalmente, en vestiduras seculares, en medio de la maraña y de las luchas de la vida cotidiana. Se los encuentra en todas las vocaciones y estados de vida.

Pregustar y pos-gustar

Texto tomado de: "Exerzitien für Schoenstattpriester in der Marienau", 1966.

Me permito traer a la memoria el método de meditación que hemos elaborado a lo largo de décadas. Preferimos, como materia de nuestra meditación, el día que acaba de transcurrir o el que está por comenzar.
Pos-gustar y posvivenciar el día que acaba de transcurrir.
Pregustar y pre-vivenciar el día que está por comenzar.

Este método debería ser una suerte de patente de nuestra comunidad como Instituto Secular. Todo depende de esto: estar en el mundo y hacer que las cosas de este mundo nos conduzcan hacia lo alto. Esta es nuestra espiritualidad específica del día de trabajo, la espiritualidad que se vive en medio del mundo. Los estímulos que nos llegan de las criaturas nos atraen, nos encienden… pero, en definitiva, todo lo queremos hacer para Dios. Se trata de un pensamiento extraordinariamente hermoso: todo lo creado puede encender mi corazón: una figura femenina, un bien terreno, una idea, etc. Todo ello puede encenderme, pero en mi actuar, todo debo hacerlo, en último término, ordenado a lo divino. Aquí radica, expresándolo más filosóficamente, la importante tarea de hacer que la función de estímulo que las criaturas ejercen sobre nosotros, desemboque en la función de traspaso.

(Textos del Padre Kentenich tomados del libro “Dios presente” Recopilación de textos sobre la Divina Providencia, Editorial Nueva Patris, Santiago de Chile, 2007)


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